JOVENES EN PELIGRO... dice el diario Clarín

Aquí transcribimos lo que el diario Clarín refleja como investigación de esta semana, un relato de la realidad de los jóvenes que ninguno puede negar.

Aquí escribes el resto del contenido.
TEMA DEL DOMINGO: JOVENES EN PELIGRO
Cóctel mortal: descontrol, alcohol y drogas en la noche adolescente
En los últimos 40 días, tres chicos de entre 16 y 18 años murieron por excesos antes de ir a bailar o en los boliches. Clarín recorrió los lugares más frecuentados. Es un ámbito de desenfreno donde todo vale
Por Fernando Soriano

Vos no sos un ortiva de la poli, no? Mostrame la credencial de periodista"

La música golpea repetitivamente como un mantra sónico, desencajado, en la pista oscura. De entre las cejas del desconfiado (que se hace llamar Pato y tiene 19 años), justo donde nace la nariz, cuelgan dos piercings rojos. Al constatar que no hay riesgos con la ley, el adolescente sonríe. Mete su mano izquierda en el bolsillo del pantalón, la saca y al abrir el puño aparecen, como gemas tóxicas, cuatro pastillas de éxtasis. "Cincuenta pesos cada una", dice. Y vuelve a sonreír

Pero la muestra se interrumpe: por detrás, un tumulto de patovicas y chicas desesperadas arrasa la zona. Los hombres de seguridad de este complejo bailable de San Miguel sostienen de los brazos el cuerpo inerte de una rubiecita desmayada que, pese al violento tambaleo de la emergencia, todavía conserva puestos sus anteojos de sol blancos. Ahora con las manos dentro de los bolsillos, y las gemas "ocultas", Pato no se muestra sorprendido. Dice que chicas en ese estado se ven pasar permanentemente y desde temprano. Y reflexiona que las pastis y el alcohol, juntos, "pegan muy mal"

El conurbano se convirtió en el epicentro de la movida de los menores de 18. A San Miguel llegan de todos lados: de Capital, de zona Norte, Oeste, Sur. Tienen para elegir una veintena de boliches en sólo tres cuadras de la Avenida Tribulato, que de alguna manera, se reparten el público por condición social y económica. El alcohol une dos extremos: de un lado el paco, del otro el éxtasis. Y en el medio el porro, la marihuana

El caso de Camila, la chica de 16 años que murió en la madrugada del lunes porque habría mezclado éxtasis con alcohol y antidepresivos, caló tan hondo que los micros que salían de la puerta del Instituto Marianista, este viernes no salieron. La previa, eso de juntarse antes de salir para llegar entonados, por esta vez habrá tomado nuevos rumbos, habrá encontrado nuevos puntos de encuentro o no habrá existido. Un grupo de chicos y chicas parados en la esquina de Víctor Martínez y Rivadavia, Caballito, resume lo obvio: están todos muy pendientes de lo que pasó. Y, con un escepticismo adulto, invitan, desafían a pasar la próxima semana. Todo volverá a ser como fue

Por eso los micros en San Miguel esta noche sólo llegaron de lugares relativamente cercanos: El Palomar, Don Torcuato, Pilar, Villa Ballester. Todos los pasajeros coinciden en algo: viajar en el micro está bueno porque se conoce gente, se toma sin estar pendiente de que alguien los controle. Y se va. Y se vuelve

Así como nadie prohíbe el consumo de alcohol en los micros escolares, lo mismo ocurre en los boliches bonaerenses, donde está prohibido venderle a los menores. Con el pelo enmarañado en la cara, anteojos de sol y pantalón chupín amarillo, Esteban se abraza a una barra colmada de gente. En medio de todos, él estira la mano y la muestra: sacó una fotocopia del DNI que tuvo hasta hace pocos días, cuando cumplió los 16. Ahora lo fraguó con liquid paper. Sólo por esta noche, Esteban tiene 18

Un poco más allá, toman vino blanco espumante, en copas de plástico, que entra a borbotones. Un speed con vodka se desliza por la mesa y hace tope justo en la mano de la chica que está apoyada sobre la barra. Tiene 15 años y a ella nadie le pidió el documento: ni el real ni el otro

Remeras flúo, zapatos en punta y jopo, víctimas de una moda retro ochentosa, los grupos de amigas saben que en el Gran Buenos Aires los viernes son las noches del "todo vale" para los menores de 18, que siguen llegando. Y lo hacen en los micros escolares que traen a Provincia a los chicos que en Capital tienen prohibido violar el horario que la matiné impone. Tres de la madrugada y en el baño hay dos que vomitan abrazadas

En la avenida, y a pesar de la lluvia que hace correr algún rimmel, la corriente de gente se mantiene

-Chicas, ¿entradas sin cargo?-, pregunta un tarjetero a no más de 10 metros de tres policías

Las chicas acortan la marcha y aceptan

-¿Con o sin?-, vuelve a preguntar el tarjetero

Ellas se miran. "Con" dice la más osada, y, entre las dos tarjetas le entrega la pequeña pastilla blanca de éxtasis. Era el "con"

Punch, punch, punch. Otra vez en el boliche. La música electrónica late. La botella de agua y las pupilas seguramente dilatadas detrás de las gafas oscuras, delatan que comprar éxtasis también será una misión sencilla

La botella de agua mineral de Nicolás hace efervescencia, las luces parpadean, sube espuma

-¿Qué tomás?, le preguntó Clarín

-007

-¿Qué es?

-Como el éxtasis pero más barato. Ojo, la pasti es mucho mejor

Y siguen las preguntas: cómo se toma, cuánto vale, quién la vende

- Se abre la cápsula y se disuelve en el agua. La pagué 35 pesos. Te la vende cualquiera, a mí me la vendió uno que tiene musculosa negra y gorra con visera. Si querés, vamos a buscarlo

Nicolás tiene 16 años recién cumplidos

Así, en una recorrida de pocos minutos, Clarín fue testigo de una compra: a 35 pesos. Las hay más caras, como las que vende Pato, quien explica, ante la sorpresa de estos cronistas, que las pistas de música electrónica están "liberadas". Justo las de música electrónica. Y es cierto. A pesar de que en el resto de la disco los hombres de negro conectados a sus "handies" arrastran por todos lados sus gestos desafiantes, en esta pista no hay rastros de ninguno

Aunque la oferta de pastillas es evidente en los boliches, muchos consumidores las traen de "afuera". En la puerta del baño, sin parar de mover frenéticamente el cuerpo, Lucía grita que ella prefiere comprarlas afuera porque las del boliche son malas. Sin embargo, no podrá explicar qué diferencia una pastilla buena de una mala. Dice que "uno se da cuenta"

El éxtasis deshidrata y exige a quien lo consume tomar agua como en un impulso adictivo. Es sabido que en las fiestas electrónicas suelen cortar el agua de los baños y vender las botellas a diez pesos. Este viernes había agua en los baños y la mineral, en la barra, costaba 5 pesos. Javier dice estar "limpio". Vive en Pilar y no puede creer lo que ve cada fin de semana. Jura que sus amigos desconocen el peligro que conlleva mezclar alcohol con éxtasis. Y reconoce que "peor están las pibas". Es que con el afán de acostarse con alguna, los pibes les ofrecen a las chicas un trago y después una pastilla y así hasta la cama. "O hasta el hospital. ¿Te digo algo? No sé qué va a ser de nuestra generación a los 40. A mí me preocupa", reflexiona, y parece preocupado en serio

Aturdidos y abrumados, como el tango, pero en código electrónico. Las consecuencias de mezclar éxtasis con alcohol se desperdigan en los medios, muchos se atreven a tomar la bebida energizante Speed con vodka, encima de una pastilla

Son las 5 y sobre Tribulato falta la única ambulancia de la Municipalidad de San Miguel. Un policía avisa que salió al hospital Larcade con un chico que "se mató a cinturonazos con otro". En la guardia del hospital municipal hay unas 20 personas esperando. Uno de los médicos del área aparece y le resta importancia al de los cinturones. "Ahora estamos más tranquilos. Hace unas horas entró una chica rubiecita. Había tomado alcohol y éxtasis. Ahora la viene a buscar el padre. No murió de casualidad"

Un dolor que se repite

Mauro Andreatini

18 AÑOS. DE VILLA PUEYRREDON. FUE A BAILAR A LA COSTANERA

Murió el 9 de setiembre en el Hospital Fernández tras haber consumido éxtasis y alcohol en un boliche de Costa Salguero. La familia dice que detectó que se drogaba "demasiado tarde"


Florencia

16 AÑOS. DE VILLA LUGANO. FUE A BAILAR A UN BOLICHE DE HAEDO

Murió el 24 de setiembre, tras dos días de agonía, en el hospital Santojanni. Había ido a un boliche a festejar su cumpleaños. Se descompuso al consumir éxtasis con vodka


Camila Rodríguez

16 AÑOS. DE CABALLITO. IBA HACIA UNA FIESTA DE EGRESADOS.

Murió la madrugada del lunes pasado frente al colegio Marianista. Habría consumido una mezcla de éxtasis, vodka, energizantes y antidepresivos

LA RESPONSABILIDAD DE LOS ADULTOS
Ciegos, sordos y mudo
Silvia Fesquet

En nuestro mundo de hoy, la química parece haber desplazado a la palabra. Los problemas ya no se hablan, no se analizan. Más vale, se obturan, se "medican", o automedican, con la pildorita de turno. A veces no es necesario ir muy lejos para conseguirlas: con abrir el botiquín familiar alcanza. Con la misma ligereza con que antes, en una charla entre amigos, se le recomendaba a alguien, ante un ligero dolor, que tomara una aspirina, ahora se aconseja el Rivotril. Hay pastillitas para todos los gustos: para dormirse y para despabilarse; para estimularse y para relajarse; para dejar de comer y para eliminar los efectos de la resaca; para hacer el amor y para olvidar a un amor. En una sociedad de adultos "empastillados", con más ganas muchas veces de tapar los problemas que de sacarlos a la luz y enfrentarlos, los adolescentes están cayendo, víctimas de cócteles letales de pastillas, drogas y alcohol. Las más de las veces, los padres ni lo sospechan

Algo está pasando con nuestros chicos. Algo les está pasando. Hay algo que no estamos viendo. O que no queremos ver. Miremos hacia adentro primero y mirémoslos, queriendo realmente ver y escuchar, a ellos después. Hoy, ahora mismo. Mientras estemos a tiempo

La movida empieza en micros: los "bares móviles"
Aparecieron hace algunos años como una alternativa segura para los padres. Pero el tiempo y otras tragedias transformaron a la solución en un problema. La idea era evitar que los chicos subieran a un remís o viajaran en colectivo de línea para ir y volver a los boliches. Así que rápidamente las discos engendraron la ocurrencia: contrataron micros escolares con salida en los puntos clave de encuentro de los adolescentes de la Capital (puertas de colegios, estaciones de servicio, locales de comida rápida) para llevarlos y traerlos -a cambio de comprar la entrada antes- sanos y salvos a Provincia, donde casi no controlan si son menores

Pero a partir de la muerte de Camila, el lunes pasado, los bondis naranjas se transformaron en uno de los principales blancos. Una de las hipótesis que corre en torno a ese caso indica que la chica de Caballito habría comprado éxtasis arriba del colectivo

Los encargados del manejo de este servicio lo descartan. "Es absurdo pensar que se venden drogas arriba. Hay que entender que los colectivos son un blanco fácil para la Policía. Eso sí, los chicos tomaban mucho alcohol. Tuvimos que parar la mano", explica el responsable de los que salen de Liniers, Mataderos, Flores y Barrio Norte rumbo al Noroeste del Gran Buenos Aires, que prefirió no dar su nombre. Sí reconoce que el control estatal sobre los micros no existe ya que nadie sabe quién fiscaliza su funcionamiento. El Gobierno porteño dice que debería pasar por la Comisión Nacional de Regulación de Transporte (CNRT). Pero allí niegan esa responsabilidad

Algo es seguro: los viajes a los boliches son largos y eso transformó a los colectivos en especies de "bares móviles" con bebidas que los mismos pibes compran antes de subir. Allí empieza a desatarse la previa. Martín (17), que usa los colectivos para ir de Pilar a San Miguel, lo sintetiza: "Son un descontrol, tomamos a morir y muchos vomitan arriba del micro. Yo nunca vi que vendieran droga ahí. Pero, la verdad, tampoco me extrañaría"

Los hospitales internan a 10 chicos por día
Cada fin de semana las guardias de los hospitales de Capital y del Gran Buenos Aires comparten protagonistas: adolescentes que antes llegaban borrachos y que ahora llegan intoxicados con alcohol y drogas

"Entre jueves y sábados, los chicos llegan con cuadros de intoxicación severos. Antes era sólo por alcohol. Ahora es por alcohol y éxtasis, cocaína, marihuana, paco o popper. Estas asociaciones provocan una mayor afectación cardíaca y neurológica", explicó a Clarín Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández

Y lo que se percibe, se evidencia con estadísticas. Según sus registros, el promedio de edad de los que llegan a la guardia por consumo de paco es de 13 años. Los que llegan por consumo de éxtasis, de 16. Y las adolescentes empezaron a equilibrar las cifras: hasta hace 10 años, el 75% eran varones. Hoy la mitad son chicas. Y los casos van en aumento: según la Asociación Antidrogas de Argentina (AARA) en el país diez adolescentes son hospitalizados cada día después de haber mezclado alcohol con drogas

Desde el Hospital Municipal Raúl Larcade, en San Miguel, un médico de guardia -que pidió no ser identificado- contó: "Cada vez vemos más casos de chicos borrachos o intoxicados con cualquier droga. Muchas chicas llegan alcoholizadas, inconscientes o en coma alcohólico", contó. Cuando el cuadro de intoxicación es grave, los pacientes son derivados al hospital Posadas. Este, junto al Piñero, el Fernández y el Santojanni, es uno de los pocos hospitales públicos que tienen servicio de toxicología. Ocurre que, a veces, la distancia complica los cuadros. Desde el Posadas, curiosamente, se negaron a dar información a la prensa: ante la consulta de Clarín, su jefa de guardia exigió una carta por escrito y cortó el teléfono

"La mayoría de los chicos que auxiliamos son muy jovencitos y ya tienen experiencia en sustancias, generalmente las más baratas. Eso es lo más problemático porque son más accesibles pero también más tóxicas", contó Carlos Russo, director médico del SAME. Y puso el foco en las próximas raves: "En noviembre está prevista la Creamfields. En las fiestas electrónicas suele circular éxtasis y otras drogas. El año pasado tuvimos que montar operativos para controlar los casos graves porque el consumo provoca arritmias cardíacas que pueden ser mortales".

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