Por qué la comida chatarra es adictiva

Informe especial de New Scientist / Produce alteraciones en la química cerebral
Recientes estudios demuestran que los alimentos con alto contenido de azúcar, grasas y sal tienen un efecto similar al de la cocaína
Domingo 26 de setiembre de 2010 Publicado en edición impresa LA NACION.
Bijal Trivedi New Scientist
Traducción de Jaime Arrambide

LONDRES.- Instalado en el sofá, mirando televisión, siento esa predecible e incontrolable necesidad nocturna. Al principio me quedo ahí sentado, intentando resistirla. Pero cuando más me resisto, más acuciante se vuelve. Después de 20 minutos, ya no puedo concentrarme en nada. Finalmente, termino por admitir mi adicción y me quiebro. Voy hasta el freezer, donde atesoro mi provisión de sustancia blanca, y me doy un saque. Casi instantáneamente, me relajo, y a medida que los químicos recorren mis venas, mi cerebro entra en un estado de absoluta felicidad. ¿No es increíble que un par de cucharadas de helado logren ese efecto?
Antes de que desestimen mi ansiedad como pura debilidad, consideren lo siguiente: para mi cerebro, el azúcar es semejante a la cocaína. Existe evidencia contundente de que los alimentos con alto contenido de azúcar, grasa y sal -como la mayor parte de la comida chatarra- pueden provocar en nuestro cerebro las mismas alteraciones químicas que producen drogas altamente adictivas como la cocaína y la heroína.
Hasta hace apenas cinco años, esa era una idea considerada extremista. Pero ahora que estudios realizados en humanos confirman los hallazgos hechos en animales, y que se han descubierto los mecanismos biológicos que conducen a la "adicción a la comida chatarra", esa noción se está convirtiendo rápidamente en la opinión oficial de los investigadores.
Algunos dicen que hoy existe suficiente información para garantizar que el gobierno regule la industria de la comida rápida y alerte a la opinión pública sobre los productos que contienen azúcar y grasas en niveles nocivos para la salud. "Debemos educar a la población sobre el modo en que las grasas, el azúcar y la sal toman al cerebro de rehén", dice David Kessler, ex comisionado de la Administración de Alimentos y Drogas, de los Estados Unidos, y actual director del Centro para las Ciencias de Público Interés.
Con los niveles de obesidad batiendo récords en todo el mundo, queda claro que no soy el único que adora las cosas dulces, ¿pero puede ser tan malo como la adicción a las drogas?
Signos de abstinencia Los primeros que presentaron esta idea fueron los representantes del negocio de la pérdida de peso. En 2001, intrigados por ese incipiente fenómeno cultural, los neurocientíficos Nicole Avena, de la Universidad de Florida, y Bartley Hoebel, de la Universidad de Princeton, comenzaron a explorar la posibilidad de que esa idea tuviera un sustento biológico. Y empezaron observando signos de adicción en animales alimentados con comida chatarra.
El azúcar es un ingrediente clave de la mayoría de la comida chatarra, así que alimentaron ratas con jarabe de azúcar en una concentración similar al de las bebidas gaseosas, durante unas 12 horas diarias, junto con alimentos normales para ratas y agua. Al mes de consumir esta dieta, las ratas desarrollaron cambios cerebrales y de comportamiento químicamente idénticos a los ocurridos en ratas adictas a la morfina: se daban atracones de jarabe de azúcar y cuando se lo quitaban, se mostraban ansiosas e inquietas, todos signos de abstinencia. También se verificaban cambios en los neurotransmisores del núcleo accumbens, la región del cerebro asociada con la sensación de recompensa.
Pero el hallazgo crucial se produjo cuando advirtieron que el cerebro de las ratas liberaba dopamina cada vez que comían la solución de azúcar. La dopamina es el neurotransmisor que se encuentra detrás de la búsqueda del placer, ya sea en la comida, las drogas o en el sexo.
Es también una sustancia química esencial para el aprendizaje, la memoria, la toma de decisiones y la formación del circuito de satisfacción y recompensa. Para Avena, lo esperable sería que la descarga de dopamina se produjera cuando las ratas comen algo nuevo, pero no cuando consumen algo a lo que ya están acostumbradas. "Esa es una de las marcas distintivas de la adicción a las drogas", asegura.
Esa fue la primera evidencia firme de que la adicción al azúcar tenía un sustento biológico, y desencadenó una catarata de estudios sobre animales que confirmaron el hallazgo. Pero fueron los recientes estudios en humanos los que finalmente volcaron la balanza de la evidencia a favor de etiquetar la afición por la comida chatarra como una adicción.
Suele describirse la adicción como un trastorno del "circuito de recompensa" desencadenado por el abuso de alguna droga. Es exactamente lo mismo que sucede en el cerebro de las personas obesas, dice Gene-Jack Wang, del Laboratorio Nacional Brookhaven, del Departamento de Energía de Estados Unidos.
En 2001, Wang descubrió una deficiencia de dopamina en los estriados cerebrales de los obesos que era casi idéntica a la observada en drogadictos. En otros estudios, Wang demostró que incluso los individuos que no son obesos, frente a sus comidas favoritas, experimentan un aumento de la dopamina en la corteza orbitofrontal, una región cerebral involucrada en la toma de decisiones.
Es la misma zona del cerebro que se activa en los cocainómanos cuando se les muestra una bolsita de polvo blanco. Fue un descubrimiento impactante que demostró que no hace falta ser obeso para que el cerebro manifieste conductas adictivas.
Riesgo innato Otro significativo avance para determinar el carácter adictivo de la comida chatarra se debe a Eric Stice, neurocientífico del Instituto de Investigaciones de Oregon. Stice viene intentando predecir la propensión a convertirse en adicto a la comida chatarra. Para ello observa, por ejemplo, la respuesta del cerebro cuando a una persona se le da una cucharada de helado de crema y chocolate. Luego compara esa actividad cerebral en individuos obesos y delgados.
Stice descubrió ante el helado que los adolescentes delgados con padres obesos experimentan una mayor descarga de dopamina que los hijos de padres delgados. "Hay gente que nace con una sensación más orgásmica por la comida", dice Stice. Ese placer innato por la comida impulsa a ciertas personas a comer de más.
Irónicamente, justamente porque comen de más, su circuito de recompensa comienza a acostumbrarse y a responder cada vez menos, provocando que la comida cada vez los satisfaga menos e impulsándolos a comer cada vez más para compensar. En el fondo, lo que están buscando es repetir el clímax logrado en sus experiencias gastronómicas anteriores: precisamente lo mismo que se observa en los alcohólicos y drogadictos crónicos, dice Stice.
Pero la comida rápida es mucho más que un atracón de azúcar, ya que suele combinar un pesado cóctel de azúcares, grasas y sal. El neurocientífico Paul Kenny, del Instituto de Investigaciones Scripps, investiga el impacto de una dieta de comida chatarra en el comportamiento y la química cerebral de las ratas. En un estudio demostró que desencadena los mismos cambios en el cerebro que los causados por la adicción a las drogas en los humanos.
En los animales, como en los humanos, el consumo sostenido de cocaína o heroína atrofia el sistema de recompensa cerebral, lo que conduce a un incremento de la dosis, ya que el recuerdo de un efecto más placentero incita a consumir más para sentir lo mismo, o incluso superarlo.
Kenny si preguntaba si las ratas que comieran comida chatarra responderían de igual modo que las ratas adictas a la cocaína. Utilizó tres grupos de ratas. El primero sólo tenía acceso a comida para ratas común. El segundo podía comer comida chatarra durante una hora al día y el resto del tiempo tenía agua y comida común a su disposición. El tercer grupo contaba con una provisión ilimitada y durante todo el día que incluía comida chatarra y comida común para ratas.
Después de 40 días, Kenny retiró la comida chatarra. Las ratas que habían tenido acceso ilimitado a la comida chatarra entraron lisa y llanamente en huelga de hambre. "Como si hubieran desarrollado aversión por la comida sana", asegura Kenny.
El acceso ilimitado a una droga altamente adictiva como la cocaína tiene un impacto enorme en el cerebro, afirma Kenny. Lo esperable sería que los efectos sobre el cerebro que pueda tener una adicción alimenticia fuesen mucho menos graves. Pero no es así. "Los cambios llegaron de inmediato y observamos efectos muy pero muy impactantes."
Las ratas obesas con acceso ilimitado a la comida chatarra tenían el sistema de recompensa atrofiado y eran comedoras compulsivas. Preferían soportar las descargas eléctricas instaladas para disuadirlas de acercarse a la comida chatarra, incluso cuando la comida común estaba disponible sin castigo. Es exactamente el mismo proceder de las ratas adictas a la cocaína.
Ya no quedan dudas de que la comida chatarra rica en sal, azúcar y grasa genera trastornos en los mecanismos biológicos, que son tan poderosos y difíciles de combatir como el abuso de las drogas. Y ya que el uso de las drogas está reglamentado, ¿no es hora ya de imponer regulaciones más duras a la comida chatarra?

FAST FOOD MARTA FREUDER (67) Docente jubilada "Sólo como este tipo de comida [comida rápida] cuando estoy de paso por algún lugar céntrico, y me tiento; pero lo hago muy esporádicamente"
JUAN MILLET (36) Empleado bancario "Comer siempre fast-food trae trastornos estomacales e, indefectiblemente, engordás. Pero el sabor de la chatarra es único. Es como cuando comés un pancho al paso"
CINTIA BOBADILLA (22) Empleada administrativa "Hoy no me fijo mucho en el tema grasas y colesterol que este tipo de comidas pueda traer. Consumo por precio, rapidez y porque está cerca de la oficina"

Una triste realidad: mujeres ludópatas, cada vez son mas.

La mujer, cada vez más adicta al juego
Las tragamonedas y el bingo, sus favoritos
Por Fabiola Czubaj para LA NACION
Existe desde hace siglos, pero dejó de ser considerada un vicio para ser reconocida como una enfermedad hace apenas 18 años: es la adicción al juego, que llega a su mayoría de edad convertida en una gran amenaza para el universo femenino.
Cada vez son más las mujeres que, frente a las máquinas tragamonedas o los cartones del bingo, esperan sin límite de tiempo ni de dinero ese golpe de suerte que les cambie la vida.
"La adicción al juego sigue siendo un problema, principalmente, de los hombres, pero las nuevas investigaciones ya muestran que está creciendo la ludopatía en las mujeres. También sabemos que el tipo de juego es distinto: los hombres prefieren los caballos, los deportes y la ruleta, mientras que la mayoría de las mujeres eligen los slots o el bingo. Por eso se puede hablar de un juego femenino y uno masculino", explicó a LA NACION el licenciado Mauro Croce, especialista en adicciones de los Servicios Nacionales de Salud, de Italia.
Al jugador de ruleta, por ejemplo, le gusta el desafío, busca la adrenalina y es más narcisista. En cambio, la elección de las máquinas está más asociada con la depresión, la ansiedad y la necesidad de llenar un vacío.
Los expertos consultados coincidieron en atribuir esta feminización a una mayor oferta de salas y de juegos de pequeñas apuestas, además de la necesidad de una salvación económica, pero también social. Ludópatas en recuperación relatan que en el bingo se podían reunir durante el día con otras mujeres para jugar.
Según las consultas al 0-800 del Departamento de Ludopatía del Instituto de Juegos de Apuestas porteño, mientras que en 2008 las primeras causas del juego compulsivo eran la soledad, las pérdidas afectivas y los problemas económicos y familiares, el año pasado fueron la curiosidad, la soledad y los problemas económicos y familiares, pero con un aumento de casi tres veces de la desesperanza. Mientras que el anteaño se derivó al 45% a tratamiento, el año pasado la cantidad creció al 70 por ciento.
"En el país, se ve un desplazamiento del juego compulsivo masculino al femenino, sobre todo en las mayores de 50 años. La mujer siempre jugó un poco, pero antes lo hacía a algún número de la quiniela y con los pocos pesos de algún vuelto. Hoy, la enorme mayoría opta por las tragamonedas", indicó el doctor Hugo Marietan, médico psiquiatra y docente de la UBA.
El especialista explicó también que, en general, la mujer se vuelve adicta con más facilidad que el hombre, pero con más intensidad y fanatismo.
Hace cinco años, una mujer de 56 llegó a su consultorio con una historia que su familia ignoraba, como sucede en buena parte de las familias de los jugadores compulsivos.
"Parecía que era la que soportaba bastante bien todo en la casa: un esposo muy nervioso, pero muy trabajador; una hija con trastornos psiquiátricos y un hijo también con problemas -recordó Marietan-. En realidad, iba todas las tardes al bingo y gastaba su sueldo y la pensión de su madre, hasta que no le alcanzó y fue al trabajo de su esposo y le pidió al jefe que le prestara dinero sin decirle nada a su esposo porque él no se animaba a decirle que tenían problemas económicos. Le pidió también que se lo descontara del sueldo del marido en pequeños montos."
Finalmente, a los pocos meses, el jefe notó que algo no andaba bien con ella y habló con el marido. Ella admitió sólo entonces que jugaba desde hacía siete años. Cuando la familia le preguntó por qué lo había hecho, ella recurrió a la respuesta que, según los especialistas consultados, dan todos los ludópatas: "Pensaba que iba a ganar y a recuperar el dinero".
Ese "pensamiento mágico", como lo definió la psicóloga Débora Blanca, es lo que diferencia la ludopatía del resto de las adicciones. "El adicto al juego vuelve al casino a pesar de perder o ganar porque cree que esa vez va a tener suerte y podrá recuperar lo que perdió. Todo esto tiene que ver con creencias mágicas, además de todos los rituales que tiene, como la cábala de usar los mismos zapatos -dijo la especialista, directora del Centro de Investigación y Tratamiento de la Adicción al Juego Entrelazar-. Cuando el jugador se va del casino es porque perdió todo. Aunque se haga pis, tenga hambre o se sienta mal, sigue jugando porque cree que si se va de la máquina, otro puede ganar el fruto de su esfuerzo." Sin tiempo ni dinero
A diferencia del jugador social, el ludópata no juega por placer; no suele ir acompañado; pierde toda noción del tiempo mientras juega y, si hace algún cálculo de cuánto va a gastar, nunca lo cumple y recurre a cualquier estrategia para conseguir más dinero. Los pacientes suelen decir que la adrenalina que les produce jugar no la sienten con ninguna otra actividad. Pero eso, para Blanca, está más asociado con "una descarga que le produce alivio" que con el placer.
"Los ludópatas dicen que no tienen un problema con el juego, que pueden parar cuando quieran. Pero también dicen siempre que mañana van a ganar, que solamente es un problema de mala suerte y prometen parar cuando recuperen el dinero que perdieron", indicó Croce, que participó del I Encuentro Interinstitucional sobre Ludopatía y Abordajes Terapéuticos, organizado por la Facultad de Psicología de la UBA, Entrelazar y el Centro de Asistencia, Capacitación e Investigación en las Socioadicciones.
Esa aparente falta de conciencia del problema es, para Croce, porque esta adicción carece de una representación social como la adicción a las drogas o el alcohol. "No es visible socialmente; sólo afecta a la familia en la que ocurre y la realidad demuestra que eso sucede entre los de menos recursos, que esperan que el juego les cambie la vida", dijo.
Blanca estimó, según estudios publicados, que alrededor del 40% de los ludópatas tiene una predisposición a jugar compulsivamente y aclaró que la proliferación de las salas de juego "favorece la aparición de la enfermedad, pero que no la determina".
Factores como los antecedentes familiares de alguna adicción o un comportamiento compulsivo, pero también la necesidad, la falta de inquietudes y de opciones para el entretenimiento, además de una cultura que se afianza: "¿Hasta qué punto tiene sentido esforzarse, estudiar, trabajar y seguir adelante a pesar de los obstáculos?", planteó la psicóloga.

Alicia Verdi, psicóloga social y socioterapeuta en adicciones escribió algo que quiero compartir con todos...

Somos un equipo formado para concientizar a personas, grupos, instituciones sobre el tema de las conductas compulsivas que están instaladas en el seno de nuestra sociedad.

Consideramos que desde varios flancos, ámbitos, estamos siendo inoculados en forma permanente por símbolos que nos hacen creer que a través de la satisfacción instantánea y del pensamiento mágico podemos completarnos y satisfacer nuestras necesidades básicas afectivas, sociales e intelectuales.

A este embate no escapa ninguno de nosotros. La cuestión es cómo cada uno lo recibe, lo internalizar, qué decodifica y qué hace con él.

Los adultos tenemos en nuestra vida felicidad, inconvenientes, trabajo, dolores, tristezas, pérdidas y logros, etc. A través de cualquiera de estos aspectos se pueden filtrar mensajes engañosos que pueden hacernos creer que por una determinada vía solucionaremos nuestros problemas.

El exceso de información y la disponibilidad instantánea de símbolos con características mágicas pueden tentarnos a tomarlos como soluciones alternativas, placebo, etc.

Compramos y consumimos café, alcohol, aspirinas, té, revistas, ropa, jugamos pocker por Internet, cartas, vamos a hipódromo o al casino.
Todo esto es natural y está a nuestra disposición. La cuestión es que a través de adoptar alguno de estos caminos en forma sistemática considerando que nos calmamos o resolvimos algo, y desde aquí tal vez puede comenzar alguna conducta adictiva.

La verdad es que algunos lo pueden tomar como una distracción pasajera, y en otro se puede tornar adictivo.

Lo importante es detectar esta conducta adictiva que siempre tiene su base en un rasgo más profundo de la personalidad y es allí por donde se debe comenzar a preguntarnos qué está pasando.
La conducta adictiva es la punta del iceberg y nos tiene que llamar la atención.

Esto ocurre con los adultos y los adolescentes y niños. En los adultos nos encontramos frente a una personalidad definida instalada que habría que revisar e intentar corregir de ser necesario, con ayuda terapéutica y contención familiar.
Tenemos que reconocer que cuando esto ocurre es porque todo el núcleo familiar social está resultando disfuncional. Por esto el trabajo es de conjunto para ayudar al que está pasando por ese proceso adictivo.
El cariño, la comprensión, el acompañamiento, la paciencia, el llamar a las cosas por su nombre son actitudes necesarias para atravesar esta etapa. Dependerá de muchos factores el tiempo que llevará salir de la situación satisfactoriamente.
Es importante reconocer y aceptar la situación para empezar a corregirla, para desandar el camino que la condujo hasta ese lugar de conflicto. Suelen darse actitudes de negación y huida, para no reconocer lo propio en el desencadenamiento de la enfermedad.
Se tiende a considerar que es aceptable socialmente una determinada conducta, se dice, se le va a pasar, que es del momento, que todos lo hacen, y así cualquier otro tipo de justificativo que profundizan el problema en vez de caminar hacia un enfoque más adulto y positivo de la realidad.
Consultar con terapeutas especializados en el tema es fundamental y desde allí luego del análisis profundo y global de la situación, buscar la técnica de recuperación más adecuada para cada caso.
Desde nuestro lugar proponemos algunos tips naturales que colaboran con cualquier tipo de tratamiento y además funcionan como actitudes saludables para todos.

1. Cambiar la mirada sobre lo que nos pasa
2. Aceptar lo que está sucediendo
3. Pedir ayuda
4. Caminar, hacer ejercicios
5. Leer
6. Tomar agua, respirar concientemente
7. Hablar con amigos diferentes
8. Ir al zoológico
9. Ayudar a alguien desinteresadamente
10. Tener pensamientos positivos
11. Hacer lo que me gusta
12. Saber cuáles son mis preferencias
13. Vivir el momento presente al máximo
14. Utilizar todas nuestras capacidades cognitivas
15. Reconocer que yo soy esto hoy, pero que no soy este problema.
16. Soy un ser con todas las posibilidades para salir del problema.
17. Confiar en que los demás me ayudarán
18. Dejarme ayudar
19. Saber que me puede pasar a mí y le puede pasar a otros.
20. Evitar totalmente este tipo de conductas adictivas descriptas
21. Mirar hacia adentro de cada uno para buscar la causa profunda que nos lleva a adoptar estas modalidades
22. Ver el problema como una oportunidad, como un aviso de que tengo algo para cambiar, algo que ya no me sirve, que no es positivo para mí.
23. Saber que todo pasa.

El aspecto fundamental es reconocer una conducta adictiva en los chicos y adolescentes.
Lo ideal lo óptimo es la prevención, para lo cual deberemos hablar, escucharlos, verificar sus conductas, sus entretenimientos, amigos, salidas, elecciones, ser un ejemplo positivo para ellos, hablar de los conflictos con naturalidad y comprometernos con la educación.

Deberíamos poder identificar en la sociedad los mensajes mágicos, subliminales y los directos, y reconocerlos. Esto también forma parte de la educación de nuestros hijos y de nuestro compromiso social en general.
Por ejemplo en un chico, completar un álbum o dos de figuritas es una cosa, completar diez es otra.
Navegar una hora o dos en I, es una cosa, pasarse toda la noche es otra.
El otro día escuché a una chica en el colectivo adolescente, que le comentaba a sus compañeros de colegio que para ella Facebook era una droga y que no podía parar. Esto es el comienzo de una conducta adictiva.
Lo mismo con el vino, la cerveza, los celulares, el tabaco, los antibióticos, aspirinas, antidepresivos, juegos varios, casino, juego de caballos, máquinas de tragamonedas, exceso de trabajo, sexo, y otras drogas más pesadas.
Tengamos en cuenta que drogas son todas, unas afectan el comportamiento social personal y otras involucran a los demás y la seguridad física propia y de los demás.
La propuesta está, existe, es libre, el tema es cómo utilizarlo y para qué. La vida no pasa por ahí, ese es solo un aspecto, un dato más de la realidad.
Las drogas, la posibilidad de llegar a una conducta adictiva está y estará siempre porque forma parte de lo que los seres humanos hemos creado, el tema es qué tomamos de todo esto, qué dejamos entrar en nuestras vidas, y para qué.
Tenemos que saber que estas propuestas seguirán estando, y habrá cada día nuevas variedades de este sistema de comunicación y venta.
Tampoco pensar a mí no me va a pasar, no me tocará, le puede pasar a cualquiera. Hay personas o momentos de la vida más propensos a que algo de esto pueda sucedernos. Dependerá de nuestra estructura de personalidad y fortaleza saber que por ese camino no vamos a ser felices ni mejores.
No hay que negar nada, hay que administrar la información y la saturación que puede producirnos. Es importante no mentirnos y no anestesiarnos. Estar despiertos puede doler, pero tiene que ver con nuestra responsabilidad social, dentro de la familia y en los ámbitos comunitarios
La vida nos brinda múltiples posibilidades de desarrollo, no es necesario quedarse pegado a algo. Generalmente tenemos más potencial del que creemos.
Cada uno tiene que estar preparado para reconocer el significado de calidad de vida para sí mismo.

Esos padres ludópatas...

Los invito a leer lo que escribí en el Blog de Clarín.

El crecimiento de la ludopatía

Este artículo de La Nación me pareció rico por la información.
Desde el Coaching Creativo aplicado a la Ludopatía, pienso que lo importante es saber que el tema está en que el juego es una elección "quitapenas" igual que el alcohol, el cigarrillo, la droga, la compra compulsiva o lo que sea.
La adicción es la verbalización de lo que no se dice. Es poner en acto lo que no se expresa en palabras.
Por eso, hablar es fundamental para evitar caer en adicciones o conductas compulsivas o en socioadicciones.
Este es el artículo completo:
Juego online: auge, negocio y polémica
En los últimos tres años, una parte del negocio del póquer, la ruleta y las máquinas tragamonedas parece haberse mudado a la Red: con una expansión explosiva en el país, la oferta de apuestas en línea atrapa a un público cada vez más numeroso. Las cifras del fenómeno, el riesgo de las conductas compulsivas y el vacío legal en que operan las firmas del sector.
Por Lorena Oliva

Ruleta, póquer, tragamonedas, apuestas deportivas, lotería, bowling, carreras de caballos... Sólo basta un simple click de mouse para que una inmensa y sofisticada oferta de juegos de azar se despliegue en nuestra pantalla y nos haga creer, por un instante, que el tanto más inofensivo Solitario de Windows es cosa de la prehistoria.
Es que el mundo de los juegos de azar también se ha visto atravesado por el avance de las nuevas tecnologías, al igual que otros tantos rubros y aspectos de la vida cotidiana. Y a velocidad de vértigo: cuentan que el primer juego de azar en línea nació en Finlandia, en 1996. En nuestro país, el desembarco más o menos formal de las primeras empresas tuvo lugar unos diez años más tarde. Y en estos tres años su presencia en el mercado local -considerado por los expertos del sector como uno de los más atractivos de América latina por su potencial en materia tecnológica- ha crecido de manera tan explosiva que algunos de los pesos más pesados de la industria, como el empresario K Cristóbal López y el grupo español Codere, han realizado ya movidas estratégicas -o están por ahora a la expectativa-, a fin de ganar una posición de liderazgo en un mercado que, se descuenta, va a crecer de manera exponencial en los próximos años.
Dada la condición virtual y dinámica de Internet, no hay datos concluyentes sobre la cantidad de sitios web de juego online que ya operan en el país: la cifra oscila entre la treintena y los 300, según diversas fuentes, y todos actúan en un terreno de dudosa legalidad. Pero a esta oferta local hay que sumar la posibilidad que tienen los usuarios de acceder a los sitios internacionales de casinos virtuales, un universo ilimitado como puede comprobarse con sólo rastrearlos en un buscador.
La moda, el marketing publicitario y la posibilidad siempre tentadora de ganar dinero fácil le dan impulso a este boom comercial, pero también se lo dan el más sombrío costado de la privacidad y el anonimato que garantiza la Red, tras el cual pueden esconderse tanto la participación de menores como los riesgos de la ludopatía. En cualquier caso, es un hecho que el azar ha dejado de ser materia exclusiva de casinos, hipódromos y loterías para ingresar en los hogares de la mano de Internet. Y esta convergencia entre los juegos de azar y la tecnología, con todas sus particularidades y riesgos, apunta directo a un target específico, generalmente esquivo a la maquinaria del juego convencional: las jóvenes generaciones, especialmente seducidas por el póquer Texas Hold´em, una variante del póquer que, por ejemplo, ya convoca a 800.000 usuarios locales en la escuela gratuita de la mundialmente famosa Pokerstars, y a un millón y medio de argentinos en Facebook.
Fernando S. comenzó a jugar póquer por Internet en sus tiempos de estudiante secundario, cuando por una cuestión de edad todavía tenía vedado el ingreso a cualquier casino. "El póquer era muy popular entre mis compañeros. Jugábamos vía Internet. Nos contactábamos por chat y nos juntábamos a jugar", recuerda hoy, a sus 20 años. "El año pasado empezamos a dejar -agrega-. Porque nos divierte mucho más juntarnos en la casa de alguno a jugar por fichitas, nunca por plata", aclara, y en su aclaración deja entrever esa falta de aceptación popular que suele tener el mundo de las apuestas por dinero, a pesar de sus enormes esfuerzos por ser asociada con conceptos como el entretenimiento o la socialización.
Deporte y entretenimiento
También entre las empresas de juego online instaladas en nuestro país se percibe esta misma intención de combatir prejuicios y de ser asociadas, en cambio, con el entretenimiento familiar, inofensivo y alegre, y con las bondades del deporte. Todos los recursos publicitarios y tecnológicos apuntan en esa dirección.
"Lo nuestro no es gaming (apuestas en juegos de azar) sino entertaining . Contamos con tantos mecanismos de control para saber a quién tenemos del otro lado que, por eso mismo, no somos los favoritos de los grandes apostadores", asegura Andrés Wasserman, CEO de bwin, filial local de una empresa austríaca líder en apuestas online que desembarcó en nuestro país en 2006.
Aquel año, durante una gira internacional de Boca Juniors, podía verse el logo de bwin en la camiseta de los jugadores. Pero el asunto generó tanta polémica, debido a que ese esponsoreo no estaba autorizado por la AFA, que rápidamente fue eliminado. Pokerstars utilizó una estrategia similar de penetración en el mercado local, pero en la camiseta de River Plate. Y también hubo polémica. Pero como la firma se presenta como una escuela gratuita de póquer, las objeciones no prosperaron.
"Es cierto que en el mercado del juego online pesa mucho la cuestión generacional -analiza Wasserman, de bwin-. Pero en líneas generales formamos parte de una sociedad más tecnológica, que gusta de un juego más sofisticado. Este es un producto de nicho, pensado para un público ABC 1 y C 2. Se necesita tiempo, hay que tener banda ancha y un cierto conocimiento de la tecnología."
En su sitio web, bwin también ofrece la posibilidad de jugar al póquer, entre otros juegos de casino, así como la realización de apuestas deportivas. Esta empresa, VCApuestas y Pálpitos Deportivos son las únicas que funcionan con algún tipo de respaldo legal, al haber celebrado acuerdos con alguna lotería provincial. Sin embargo, ante la falta de una ley nacional que regule la actividad, suelen ser consideradas ilegales por buena parte de los operadores y funcionarios del sector (ver recuadro).
Distinto es el caso de la escuela de póquer Pokerstars, que en los últimos tiempos ha hecho una inversión millonaria en publicidad y esponsoreo a través de la cual convoca no sólo a aprender la variante Texas Hold´em sino también a participar en los torneos presenciales que organiza, y en los que sí circula dinero.
Podría haber otra apuesta detrás de esta estrategia. Según aseguraron fuentes del sector, que prefirieron no ser nombradas, la razón por la que Pokerstars invierte tanto dinero en su escuela gratuita de póquer -Pokerstars.net- es simple: "Con eso apuesta a que, sobre la marcha, el usuario se aburra de jugar en forma ficticia y quiera hacerlo por dinero real. Y entonces, además de los torneos presenciales, cuenta con su variante online - Pokerstars.com -".
Por política de la empresa, los únicos voceros de Pokerstars son sus jugadores más experimentados. Sin embargo, LA NACION pudo saber que los usuarios argentinos tienen vedada la participación en el dominio Pokerstars.com por decisión de la propia empresa, hasta tanto existan leyes en el país que regulen el mercado de los juegos de azar virtuales. Claro que hay excepciones: si el jugador tiene una cuenta bancaria en el exterior, puede salvar todas las barreras.
El resto de los sitios web de juegos y apuestas funcionan sin ningún permiso, en algunos casos ofreciendo sus servicios en forma gratuita y con la opción de vivir la experiencia del juego apostando dinero ficticio, aunque la gran mayoría también ofrece la alternativa de jugar con dinero real. Sólo basta con tener una tarjeta de crédito para hacerlo.
En resumidas cuentas, a pesar de que se trata de una industria que mueve miles de millones en el mundo -el año pasado, el volumen de juego online superó los 12.000 millones de euros a nivel global, de acuerdo con algunas estimaciones-, su desarrollo local todavía está, valga la redundancia, de alguna manera librado al azar.
El volumen de dinero que maneja la industria del juego real no es para nada menor. Fuentes del mercado estiman que en 2008 generó en la Argentina ingresos por 3400 millones de dólares. Y aunque nadie se atreve a difundir cifras de lo que ocurre en el mundo virtual, esa sola cifra nos habla de un mercado potencial muy apetecible.
A la espera de una ley
Otra vez, la falta de una ley específica es lo que por ahora frena las apuestas sobre el mundo virtual de algunos de los principales actores de la industria del juego real, según ellos mismos explican. Hablamos de empresas como el grupo español Codere, que opera 14 bingos en la provincia de Buenos Aires, y la firma Casino Club, de Cristóbal López, dueña, entre otras cosas, de 11 casinos y 14 salas de tragamonedas.
"Nosotros compramos la firma Tecno Acción en sociedad con otras empresas mirando a futuro, para incursionar en la industria online cuando estén dadas las condiciones en materia regulatoria. Vemos que su crecimiento es monstruoso en el mundo", señala Ricardo Benedicto, socio de López en Casino Club.
A nivel mundial, el monto jugado en forma virtual representa casi el 6 por ciento del total jugado, de acuerdo con estimaciones de la consultora internacional H2 Gambling Capital. En dos años se espera que este porcentaje trepe al 8 por ciento, aunque su techo rondaría el 10 por ciento. Es que, como afirman diferentes operadores consultados, no estamos aquí ante una misma experiencia -el juego- vivenciada en dos plataformas diferentes -la real y la virtual-, sino ante dos experiencias bien diferentes.
"No creemos que el juego online sustituya necesariamente la posibilidad de juego situado en ámbitos de socialización como pueden ser las salas de entretenimiento. Tenderán a convivir pero son experiencias distintas. Si bien existe un componente generacional, asociado principalmente al uso de Internet y de la tecnología por los jóvenes, las salas de juego tradicionales siguen ofreciendo un programa de entretenimiento social, una salida con amigos, el contacto directo con otros", observa Juan Pablo Peredo, director de Relaciones Externas de Codere Argentina S.A.
La experiencia de Sara H., de 60 años, guarda relación estrecha con este análisis. Sara suele visitar casinos online como una forma de pasatiempo a la que no le dedica demasiado espacio. "Me encanta la timba, mi pasión siempre fue la ruleta. Voy al casino, pero no tan seguido porque no tengo presupuesto. Entonces juego por Internet, pero un rato, porque la experiencia es otra y, al no jugar por dinero llega un punto en el que me aburro", explica esta ama de casa que se esmera en explicar que lo suyo es por pura diversión. "Nada compulsivo, eh?", acota.
Pero no siempre es lo que ocurre. Una oferta desmedida en Internet con un soporte mediático y publicitario bien amplio y aceitado puede disparar conductas compulsivas si quien está frente a la computadora es alguien vulnerable a este tipo de manipulaciones de la conducta o padece determinadas patologías de base, como depresiones o una propensión a las adicciones.
"No podemos negar el avance que ha significado Internet para la vida. Por otro lado, el juego en sí mismo no es malo. El problema es el uso que puede llegar a darle a esa oferta virtual una persona con problemas afectivos, de soledad, o que está tratando de superar su adicción al juego. Ya no hace falta ir al hipódromo, se ve la carrera por TV y se apuesta a través de la computadora o del celular. Toda esta sobreexposición funciona como una tentación para el jugador compulsivo", alerta la psiquiatra y médica legista Susana Calero.
A su entender, más allá del potencial riesgo que la sobreexposición de esta industria supone para jugadores compulsivos, el actual contexto también es riesgoso entre los más jóvenes.
"Cuanto más manejan la tecnología, más la utilizan, hasta terminar jugando al fútbol virtual. El problema es lo que dejan, que es el tiempo para la vida entre amigos o al aire libre, sobre todo si pensamos que el Estado no está haciendo prevención primaria de los riesgos del juego online ", señala Calero. "Se habla mucho de las adicciones al juego real, pero a pesar de que el juego virtual está muy explotado desde las publicidades y los programas televisivos, nadie habla sobre sus riesgos", agrega Calero, que también es jefa del servicio de adicciones del hospital Alvarez y directora del Centro de Asistencia, Capacitación e Investigación de las Socioadicciones (Cacis).
Pero existen otros riesgos, que tienen que ver además con la responsabilidad de las empresas. "Con los juegos de azar en línea es más probable que los proveedores no estén en condiciones de verificar la identidad del consumidor, ya que la persona que utiliza una tarjeta de crédito u otro medio de pago puede no ser su legítima propietaria. Es más difícil supervisar a los clientes en comparación con los juegos de azar convencionales, donde es posible ver si se trata de un menor de edad, si se encuentra en estado de embriaguez, si ha consumido sustancias tóxicas o si está afectado por el juego compulsivo", señala Héctor Fontanella, director del sitio www.ZonadeAzar.com , de información sobre la industria.
Entre las diferentes conductas posibles que puede tomar el usuario frente a la diversidad de la oferta online , que abarcan desde el uso como mero entretenimiento a la compulsión, la difusión del póquer trajo consigo una práctica novedosa: la del juego profesional.
Basta una recorrida más o menos superficial por los sitios relacionados con este juego para encontrarnos con una considerable cantidad de jugadores que se autoproclaman profesionales. De hecho, Pokerstars cuenta con su Team Pro, integrado por jugadores de diferentes países que realizan giras, participan de campeonatos e intentan cambiar la forma tradicional de mirar al póquer.
Absolutamente contrarios a aceptar que el póquer sea considerado un juego de azar, estos jugadores pueden llegar a admitir que se lo considere un juego de habilidad. Aunque prefieren llamarlo deporte. "El deporte es toda actividad que se caracteriza por tener requerimiento físico, agudeza mental o equipamiento. Requiere además estar institucionalizado a través de clubes o federaciones, exigir competencia con uno mismo o con otros y contar con un conjunto de reglas definidas y conocidas por todos. El póquer cuenta con todos estos requisitos. Es claro que también tiene una cuota de azar. Pero ¿qué deporte no la tiene?", argumenta Leo Fernández, integrante argentino del Team Pro.
Ya sea vivida como profesión, entretenimiento o compulsión, la experiencia del juego online , motorizada por una industria millonaria, se expande en el país librada a su suerte. El Estado, por ahora, mira con cara de póquer.
300 Sitios relevados
Aunque no hay cifras oficiales, los relevamientos informales sitúan en esa cifra el número de sitios de juegos de azar en el país.
6 % Del juego real
A nivel mundial, el negocio del juego online representa un porcentaje menor del juego real, pero se encuentra en rápido crecimiento.
3400 Millones de dólares
Ese fue el volumen del negocio del juego real en 2008 en el país. Se espera que el juego virtual siga la tendencia mundial.
Los tres grandes de la oferta virtual Póquer
Proliferan las escuelas de póquer y los sitios de juego por dinero. El sitio Pokerstars es la mayor sala virtual del mundo con un correlato en la vida real: organiza torneos presenciales.
Apuestas deportivas
Pese al vacío legal imperante, tres sitios funcionan mediante acuerdos con las provincias de Misiones y Tucumán y ofrecen la posibilidad de hacer apuestas deportivas.
Casino online
Ruleta, Black Jack, tragamonedas... la oferta de juegos de casino en la Red es amplia y sofisticada, pero buena parte opera en la ilegalidad.

Hiperconectados: la adicción de vivir pegado al celular

Copio este artículo porque habla de otra adicción o conducta compulsiva para ser más exactos que tiene la misma raíz que cualquier conducta de esta índole: la necesidad de tapar los verdaderos problemas: la soledad, la falta de proyecto, la baja autoestima, la falta de conexión real con otro que me ame, etc.
Sepamos que Internet no es malo ni adictivo. El ser humano lo puede usar positivamente o negativamente como a cualquier otra cosa o producto.
Ir al Casino puede ser divertido, si no se cae en la ludopatía.
Beber moderadamente puede ser bueno, si no se convierte en alcohólico. Y asi sucesivamente... A pensar, que como dice George Polya "A pensar sólo se aprende pensando".

La tecnología puede provocar vínculos enfermizos
Laura Reina
LA NACION

Ni el cine logró que Andrea apagara su BlackBerry. Estaba tan entretenida intercambiando mensajes vía Twitter que casi ni prestó atención a la película. Después de la función, su novio decidió que era el momento de plantear el ultimátum: o él o el BlackBerry.

Andrea es uno de los miles de hiperconectados que hay en el país. Son los que pasan todo el día pendientes de su celular y no lo apagan ni siquiera cuando duermen (la excusa es que también lo usan como despertador); son hijos de las redes sociales y de la tecnología, que utilizan no sólo para trabajar, sino, y sobre todo, para socializar.

Según Enrique Carrier, titular de la consultora Carrier y Asociados, en la Argentina hay unas 35 millones de líneas de celular activas, de las cuales un millón están asociadas a los llamados smartphones, aparatos de última generación que tienen la característica de ser computadoras personales ultraportátiles.

También hay otros tantos aparatos que, sin ser teléfonos inteligentes, permiten la navegación virtual y enviar y recibir e-mails. "Esto no significa que todos tengan el abono que permite la navegación ilimitada. Algunos se conectan sólo a través de Wi-Fi, pero siempre tienen algún tipo de conexión", contó Carrier a LA NACION.

En 2007, año en el que llegó al país la tecnología 3G, que permite mayor ancho de banda, se vendieron unos 35.000 equipos inteligentes. En 2009 fueron 800.000. Y ahora ya son más de un millón, lo que habla a las claras de una necesidad creciente de estar cada vez más conectados, en todo momento, en todo lugar.

La explosión de las redes sociales como Facebook y Twitter y la promoción de las empresas de telefonía celular contribuyeron a crear esta necesidad: "Cada vez más, la publicidad se orienta a los equipos sofisticados, con planes más ajustados a la realidad local. Así, la PC pierde exclusividad como dispositivo de acceso y mantendrá su rol como creadora de contenidos. Y los celulares se hacen cada vez más fuertes como herramienta de comunicación inmediata", expresó Carrier.

Aunque el celular es uno de los dispositivos móviles preferidos, está lejos de ser el único. Según una investigación de la empresa de telecomunicaciones Nortel, el 52 por ciento de los latinoamericanos usa cuatro dispositivos móviles (celular, reproductores de música, computadoras de bolsillo y MP4) y otro 12% cuenta con hasta siete dispositivos.

Necesidades distintas
Pero no todos los sectores tienen la misma relación con la tecnología que permite conectividad permanente. Ximena Díaz Alarcón, directora y socia de Trendsity, consultora especializada en análisis de mercado y tendencias, diferencia entre adolescentes, las personas en edad productiva y los adultos mayores.

"La necesidad de conectividad en los jóvenes y adolescentes tiene que ver con la socialización. No estar conectado es quedarte fuera de salidas y otras cosas. Los adultos en edad productiva son los que tienen una relación más conflictiva porque tienen el imperativo de estar conectados para producir. Para muchos, estar disponible las 24 horas puede ser angustiante. Y, en el adulto mayor, la conectividad es una manera de mantener vínculos afectivos con, por ejemplo, sus nietos. No tiene que ver con producir, sino con acercarse generacionalmente a los más jóvenes", comentó Díaz Alarcón.

Natalia Piro, periodista, de 24 años, se considera una chica hiperconectada. No bien se levanta, enciende su BlackBerry y se toma 40 minutos para chequear mensajes y tener un claro panorama antes de salir de su casa. Desde que compró el teléfono inteligente, hace tres meses, va con su aparato a todos lados.

"Me lo compré porque paso mucho tiempo fuera de casa y así estoy conectada. Con el BlackBerry configurás el acceso directo al Hotmail, que en el trabajo lo tengo bloqueado por cuestiones de seguridad informática. Veo Facebook y chequeo Twitter, que lo uso para trabajar. Así no me pierdo de nada, me entero de cosas mucho antes de que salgan en los medios", comenta y reconoce que, aunque en algunas circunstancias trata de no estar pendiente del teléfono, muchas veces no lo cumple.

"Cuando voy al cine, trato de no revisarlo, pero a veces no puedo. Lo mismo en la facultad. Tengo una clase de tres horas y no aguanto. Salgo para chequear qué está pasando", explica Natalia, que, a pesar del entusiasmo que le genera su nuevo aparato, por ahora, no se reconoce adicta a él. "Pero sí conozco gente que ya habla de abstinencia de conexión", aseguró.

María Sofía "padece" a su jefe hiperconectado. "No logro que me mire a la cara más de cinco segundos. Se lo pasa mirando el celular, enviando mensajes de texto o twitteando mientras le hablo. Y lo peor de todo es que, cuando logro que levante la cabeza, inmediatamente le vibra el celular y contesta la llamada. Al principio, me pedía disculpas por atenderlo; ahora se da media vuelta y se va", relató la secretaria ejecutiva, que no quiso dar a conocer su apellido por miedo a que su jefe lea esta nota -probablemente en Internet- y la despida.

Es que aunque la conectividad trae aparejadas cosas maravillosas, como acercar gente a miles de kilómetros de distancia y permitir intercambios con gran cantidad de personas en tiempo real, muchos establecen un vínculo enfermizo con la tecnología.

La obsesión causa daños
El psicoanalista Enrique Novelli, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), sostiene que la tecnología no sólo es útil, sino necesaria, pero advierte: "Es dañina si se convierte en una obsesión. Por ella se empobrecen los intercambios comunicacionales cara a cara. Cuando esto sucede, se crea una modalidad de comunicación que se torna paradójica en tanto que crea la ilusión de estar hipercomunicado cuando en realidad se está aislado".

Según Novelli, hay adicción cuando no se puede prescindir del celular. y su uso es compulsivo. "Si el celular falta, el individuo se angustia. La angustia es indicio de la presencia de un determinado peligro: si no tengo celular, me quedo aislado del mundo. Esto provoca un estado de desamparo. Pero basta que alguien me mande un mensaje para sentirme contenido. El contacto, aunque sea virtual, me alivia."

Sin embargo, a pesar de estar viviendo en la era de la hiperconectividad, Díaz Alarcón comentó que, en los análisis de mercado que realizan en la consultora, es poca la gente que se reconoce adicta al celular. "No lo ven como un vínculo enfermizo", dijo.

La contracara de esta dependencia tecnológica la representa hoy el "estatus" que persiguen algunas personas cuando logran prescindir de ella. "Ahora el lujo pasa por desengancharte, por poder disponer de tu propio tiempo. Así, hay hoteles y bares sin Wi-Fi justamente para no estar ubicable", comentó Díaz Alarcón.

Y Novelli reflexionó: "Si el celular es un instrumento al servicio de la persona, es útil. Si la persona es un instrumento al servicio del celular, es un problema. La clave está en encontrar el equilibrio".

Algo que Andrea decidió aplicar para que su novio no la dejara. Cuando está con él apaga su BlackBerry, pero reconoce que muchas veces se levanta con la excusa de ir al baño y enciende el aparato a escondidas.

ALEXITIMIA

Desde Cre-In® sabemos que el Coaching Creativo ayuda a la verbalización y a poder hacer foco en la causa de nuestros problemas. La sociedad actual vive mal, pero depende de cada uno, vivir mejor.
La ALEXITIMIA es el problema que padecen mucha personas que no pueden hablar de lo que sienten. Y aun peor: no son capaces siquiera de reconocer sus sentimientos, los matices de la emoción. Lo que no logran decir busca otras vías de escape, a través del cuerpo: desde úlceras y problemas respiratorios hasta adicciones y trastornos de la alimentación.
Eduardo Chaktoura para La Revista de La Nación escribió un excelente artículo que transcribo en parte:
"Cuando peleo con mi marido, siento mareos y me trago la bronca". "Los fines de semana no puedo conmigo: me pongo ansioso, como enjaulado". "Mi mujer dice que vivo en la mía, que no soy demostrativo ni con ella ni con los chicos. No entiendo el reclamo". "Cuando murió mi madre, no lloré". "Está todo bien, no sé por qué me mandaron acá". Estos son algunos de los testimonios de los pacientes que llegan al consultorio con problemas gastrointestinales, presión arterial, asma, artritis. El listado de enfermedades se extiende y, en muchos casos, los trastornos pueden convertirse en cuadros clínicos severos y riesgosos. Detrás de estos síntomas suele esconderse un denominador común: la alexitimia, una palabra que deriva del griego y que significa "sin palabras para los afectos o sentimientos" (a: sin; lexis: palabra, léxico; timio: afecto).

"En sí misma, la alexitimia no es una enfermedad: es una traba o limitación que tienen ciertas personas para vivir bien consigo mismo y con los demás", anticipa el doctor Roberto Sivak, médico psiquiatra y psicoanalista, coordinador del equipo de Psicosomática de la División Salud Mental del Hospital Alvarez.

Hay quienes parecen incapaces de expresar verbalmente las emociones, debido a la dificultad que tienen para identificar, entender o describir lo que sienten.

Cuántas veces dijimos: "No tengo palabras", "me siento extraño", "tengo un nudo en la panza", "se me cierra la garganta", "me falta el aire", "no sé qué me pasa" o, simplemente, no nos dimos por enterados de que dentro de nosotros se estaba librando una batalla. Esas palabras que no llegan, esos sentimientos que no reconocemos, son pasajes de ida a un mundo donde reinan la confusión, la insatisfacción, las apariencias.

"Los alexitímicos son correctos, extremadamente aplicados. Suelen ser reservados, aislados, con pocos amigos y limitadas capacidades de esparcimiento. Suelen sentirse perdidos o ansiosos los fines de semana, cuando disminuyen los compromisos habituales", puntualiza el doctor Sivak, en busca de un perfil aproximado.

"Las personas con tendencia a la alexitimia son muy responsables y cumplidoras con sus actividades laborales. Las amas de casa, por demás cuidadosas con las tareas y el orden doméstico. Son indicios de sobreadaptación en un escenario de pseudonormalidad", advierte la psicóloga. Es que siempre en las personas hay mecanismos para la defensa o la supervivencia.

Fantasías limitadas
Las personas con alexitimia suelen tener un pensamiento simbólico reducido o ausente. Esto no significa que tengan limitaciones intelectuales, sino que no hay suficiente capacidad para fantasear o salir en busca de recursos.

La mayoría de los investigadores creen que los alexitímicos sueñan poco y nada o, a lo sumo, el contenido de sus sueños es pobre y realista por culpa de esta limitación de la vida imaginaria. La falta de palabras, la reducida capacidad fantasiosa y expresiva, parece convertirlos en personas impulsivas.

Imaginemos un volcán. Si la montaña tuviera posibilidades de decir: "Estoy enojada, muy enojada; no quiero esto para mí pero... allá va mi enojo", mucho más leve sería la erupción. Quien no reconoce lo que siente o le faltan las palabras para explicarlo, será muy posible que caiga en "erupciones" como expresiones de conflicto.

Los alexitímicos suelen convertirse en personas agresivas con el entorno, pero fundamentalmente consigo mismas.

"Es recurrente ver casos de adicción al alcohol o consumo de drogas frente a situaciones de estrés o de gran tensión", explica Wiater. El doctor Sivak resalta la importancia de este aspecto: "Son personas que suelen tener un historial de molestias físicas. De hecho, es muy común que tiendan a la automedicación para paliar eso que tanto los aqueja. Los ansiolíticos suelen ser buscados por su rápido efecto ante cuadros de ansiedad, por conflictos que la persona con alexitimia no termina de registrar ni comprender". Según la licenciada Wiater, "con pastillas, alcohol, drogas, pareciera que la persona con alexitimia necesita anestesiar el afecto para no sentir".

La alexitimia guarda relación con el estrés, la ansiedad y la depresión. Sin embargo, en cada caso juega papeles distintos.

"La alexitimia suele ser una respuesta natural ante situaciones de estrés agudo o trauma psíquico; producto de catástrofes, muerte violenta de personas cercanas, tortura, abuso sexual, entre otras - explica Sivak-. En estos casos límite se registra una suerte de anestesia y retraimiento emocional. Es un modo de protección del psiquismo que puede quedar como secuela", advierte el psiquiatra, a la hora de empezar a entender esta dificultad como factor de riesgo patológico.

Los pacientes alexitímicos son propensos a padecer ansiedad crónica, por esta imposibilidad de alcanzar una definición concreta de sus emociones. Por otro lado, es muy común confundir ciertos síntomas de la alexitimia con la depresión. Una cosa es no poder expresar lo que uno siente y la otra es no tener deseos de sentir.

Palabras para no enfermar
Pocos se animan hoy a cuestionar la relación entre lo psíquico y lo somático. Cuerpo y mente se han integrado para hablar de la salud del hombre. Es de avanzada entender que todo trastorno o enfermedad es un fenómeno físico, psicológico y cultural.

"En las enfermedades psicosomáticas hablamos de factores de riesgo y de multicausalidad -explica Wiater-; y la alexitimia podría ser un factor de vulnerabilidad frente a situaciones de sobrecarga psíquica en las que se responde con el cuerpo."

Sivak completa la respuesta: "Podemos decir que la alexitimia es un factor de predisposición comprobado para una frecuencia elevada y de mayor gravedad en ciertas enfermedades".

"Ulcera duodenal, anorexia nerviosa, obesidad, artritis reumatoidea, asma bronquial, alcoholismo, abuso de drogas"; este sería el ranking de enfermedades recurrentes por efecto de la alexitimia, tal como concuerdan Sivak y Wiater.

Estos cuadros son abordados cada día en el hospital, privilegiando las actividades grupales y la prevención, en la que deben tenerse en cuenta la interconsulta y el trabajo interdisciplinario.

Aprender a sentir y a comunicar
Como siempre, el primer paso es un diagnóstico apropiado. Luego, los médicos abordarán cada aspecto clínico desde su especialidad y, en forma conjunta, será clave el trabajo psicoterapéutico. Tanto en terapias individuales como en grupales, lo que se intenta es trabajar sobre los "significados emocionales".

El psiquiatra chileno Fernando Lolas subraya en la obra de Sivak y Wiater que "el sistema verbal es un constituyente esencial del afecto, tanto en sus dimensiones conscientes como en las inconscientes". El ser humano necesita verbalizar sus sentimientos y emociones, convertir en palabra y en diálogo sus afectos. "El diálogo es con uno mismo, con los otros, con el pasado, con el futuro", dice Lolas.

El diálogo es la concreción, la puesta en acto de las emociones. Primero uno conoce, reconoce, identifica; luego lo representa, lo simboliza, le pone palabras. Por esto, médicos y terapeutas deben enseñarle al paciente a descubrir las conexiones que existen entre sus reacciones físicas y sus afectos. Y para que esto sea posible, habrá que ofrecerle nuevas herramientas y recursos para ganar en flexibilidad e imaginación.

WORKALCOHOLIC… Adictos al Trabajo

En EDICIONES EL PAIS, Jaime Prats escribe sobre la adicción al trabajo y dice que es un problema que padecen, en distinto grado, entre el 7% y el 12% de los trabajadores. En esencia, consiste en mantener una relación patológica con algo tan elemental y básico como el trabajo, como apunta José María Vázquez-Roel, responsable del centro Capistrano, especializado en el tratamiento de las adicciones.

El propio Vázquez-Roel apunta que en el 30% de los casos que atienden por abuso de cocaína, el problema principal es la adicción al trabajo.

Un equipo de investigadores dirigidos por Del Líbano y colegas de la Universidad de Utrecht el pasado mes de febrero en la revista Psicothema, ha demostrado que la adicción al trabajo es un concepto negativo, ya que a mayor adicción existe una menor felicidad y una peor percepción de la salud que tienen estas personas.

En ello abunda José María Vázquez-Roel desde una perspectiva más clínica, fruto de la experiencia del tratamiento a decenas de pacientes: “El trabajo les destroza la vida, viven sólo por y para trabajar, por lo que su vida se convierte en algo absolutamente unidimensional. Sacrifican todo lo demás, ya sean aspectos tan importantes como la salud o la familia”.

“Es gente que no puede dejar de trabajar y que si lo hace se siente ansiosa y culpable” apunta Del Líbano.

“No saben qué hacer si no tienen trabajo y se aseguran tener siempre algo pendiente para poder mantener esta actividad de forma constante”, añade. “Son sensaciones similares al síndrome de abstinencia de los consumidores de drogas”, pero con una diferencia muy importante, “a un alcohólico se le puede prohibir que siga bebiendo, pero a un adicto al trabajo no le puedes impedir que siga trabajando”.

Su perfil suele ser el de personas de 35 a 45 años que han alcanzado puestos de responsabilidad en sus empresas y que desempeñan tareas calificadas. “Este tipo de trabajo proporciona mucha autonomía a la persona, de forma que puede dilatar a su voluntad los horarios de trabajo e imponerse las cargas laborales que quiera asumir”, comenta el investigador de la Universidad Jaume I.

Desconexión y placer. Pero, además, se trata de personas con funciones “que ofrecen posibilidad de crecer, de potenciar la creatividad, de aprender, desarrollarse, evolucionar”, características todas ellas muy estimulantes y con una potencial carga adictiva elevada. “Hay que tener en cuenta que, al igual que cualquier sustancia química que crea dependencia, esta actividad proporciona placer, alivio, una desconexión del mundo real, como sucede con los ludópatas o adictos al sexo”, indica José María Vázquez-Roel. “La adicción apenas se da en trabajos rutinarios, ya que una labor menos cualificada ofrece menos retos y suele tener horarios más rígidos, además de que no puedes trabajar si no estás en la empresa o la fábrica”, añade Del Líbano.

“Yo diría que existen dos perfiles del adicto al trabajo”, comenta el responsable de la clínica Capistrano. “Por un lado están los obsesivos, personas muy perfeccionistas y exigentes que no saben delegar y quieren tener el control de todo; por otro, los narcisistas, que es gente muy ambiciosa y cegada por la obtención de poder”.

Entre estos últimos, el responsable del centro de rehabilitación destaca a los políticos. “De hecho –apunta- ahora mismo tenemos a alguno de ellos en tratamiento; la política es muy adictiva”. La adicción no distingue entre sexos, según el investigador de la Universidad de Castellón. “Últimamente hay una mayor proporción de trabajadoras afectadas, pero ello se debe al mayor acceso de la población femenina a altos cargos”.

A corto plazo, este tipo de personas ofrece un excelente rendimiento, de forma que, a primera vista, pueden resultar un perfil muy atractivo en los procesos de selección de personal. “Hasta hace poco era gente muy solicitada”, admite Del Líbano.

Sin embargo, a medio plazo, el ritmo de trabajo tan elevado que se imponen estos trabajadores y los retos tan ambiciosos a los que aspiran provocan que, al final, no puedan con las metas que se marcan. “Es gente que acaba comiendo mal, cuidándose poco, durmiendo de forma insuficiente...´, por lo que su rendimiento cae en picado. Se acaban convirtiendo en un problema para sus empresas”, añade José María Vázquez-Roel, que introduce un nuevo elemento: el mal ambiente que acaban generando.

Entorno competitivo. Se trata de personas muy competitivas que fuerzan a su entorno a seguir un ritmo muy elevado, que no saben delegar ni trabajar en equipo, por lo que cada vez se encuentran más aislados, de forma que generan un ambiente en sus empresas muy negativo y una tensión constante en sus relaciones con el resto de compañeros, como destaca Del Líbano.

A ello se suman los problemas personales que padecen en sus relaciones sociales, al reducir el círculo de amistades por no dedicar tiempo más que al trabajo, así como en su entorno familiar.

“Hay estudios en Estados Unidos que reflejan una tasa de divorcios más elevadas en gente con este tipo de problema”, según el investigador de la Jaume I, pero también tiene más riesgo de sufrir problemas de salud (cardiovasculares, gastrointestinales, incluso diabetes por episodios de estrés o emocionales).

Del Líbano advierte que es importante no confundir la adicción al trabajo con el compromiso con la empresa, que es “un concepto positivo”. La diferencia fundamental entre estos dos comportamientos consiste en que las personas comprometidas, además de ser eficientes, tienen capacidad de desconectar de la vorágine laboral. Y es esta habilidad la que les permite descansar y, al volver al trabajo, mantener elevadas tasas de productividad.

“Es gente que sabe mantener el equilibrio entre el trabajo y su vida personal, de forma que el exceso de trabajo no les afecta a sus relaciones sociales ni familiares”, apunta Del Líbano.

No sólo sobre fórmulas de recuperación y cómo afectan a la productividad y el bienestar psicológico de los trabajadores; también trata de determinar cuáles son las claves que permiten a determinadas personas compatibilizar elevados ritmos de trabajo con un buen rendimiento, mientras otras personas caen en la ansiedad y la ineficiencia.

Una de las estrategias que ayudan a recuperarse del estrés laboral es el distanciamiento psicológico, que consiste, por ejemplo, en irse de viaje o realizar actividades que sirvan de descanso mental como puede ser jugar con los niños.

Los llamados procesos de relajación fisiológica (masajes, balnearios, yoga), o las denominadas experiencias de dominio, que consisten en desarrollar actividades fuera del trabajo que supongan un desafío, como puede ser actividades deportivas o el aprendizaje de una afición. A ellas añade las experiencias de control: actos en los que la persona sienta que lleva las riendas y que puede elegir, que pueden ser tan simples como ir a la compra.

En todo caso, no existen reglas genéricas que sirvan para todo el mundo. “Hay a quien le bastan 10 minutos de relajación para recuperarse, y quien necesita una hora”, apunta Cifre.

LAS NUEVA ADICCIONES, SOLO HABLAN DEL MISMO PROBLEMA: ¿porque se es adicto?

En un artículo de Clarin dicen que la comida chatarra genera la misma adicción que las drogas. Es decir, afecta el "sistema de recompensa", que causa una sensación de bienestar. Para las personas obesas, atrapadas en la compulsión de comer, la comida chatarra podría ser tan adictiva como la cocaína o la heroína. El tema es que todo puede ser una adicción.
Estar en Facebook todo el día, mostrandome acostado, parado, riendo, cantando, bailando,y en un exposición narcisista exagerada.O sacarme fotos sin parar con la nueva cámara digital.
Fumar, beber alcohol, o simplemente jugar al bingo o a la ruleta todo el día.En otro artículo de La Nación hablan de que la prohibición de fumar hizo que proliferen mesas en las veredas y que pese a todas las leyes, el tabaquismo sigue en aumento.
Una adicción no se corta por una ley.Tampoco porque nos digan que "nos morimos" si seguimos adelante con esa adicción.Lo más probable es que nos estemos queriendo morir y por eso no dejamos la adicción. Aunque esto no sea asumido ni reconocido en ningun sentido.
La adicción o la conducta compulsiva es solo el quitapenas de otro problema mas profundo.La sustancia o la acción adictiva es el modo que el adicto tiene de expresar lo que no puede verbalizar.
Mucha gente deja de comer y pasa a fumar.O deja de fumar y pasa a ser obesa.Otros dejan drogas duras pero fuman como una chimenea (esto se ve mucho en las internaciones de desintoxicación que lo único que no prohiben es fumar cigarrillos de marca).
Para dejar de ser adicto, hay que preguntarse porque necesito de esa adicción para vivir y que tapo de mi problemática frente a la realidad cada vez que consumo o desarrollo mi adicción o conducta compulsiva.
Cuando uno encuentra la causa, recién ahí puede modificar el efecto y puede tomar decisiones acertadas.
El tema no es dejar de fumar o comer. El tema es dejarse de mentir a uno mismo y a los demas. Jamas puede haber "placer" en lo que me hace mal. Puede haber un error de concepto en lo que es "placentero".
Recordemos que lo afectivo y lo proyectivo es básico en un ser humano y en su relación con las adicciones.

Escribir ayuda...

En un artículo de La Nación, hablan de los efectos de la escritura en la Salud.
Desde Cre-In® y las diferentes técnicas de creatividad (que son todas escritas) podemos asegurar que es así. Por eso transcribimos esta nota que es muy interesante.
Pueden leerlo en
http://gemorelaxcreativo.blogspot.com

COACHING PARA DEJAR DE FUMAR

En un artículo de Clarín hablan del "Efecto Sandro" y la gran cantidad de consultas para "dejar de fumar". Se citan distintas medicaciones pero no se dice lo principal: fumar es una conducta compulsiva oral que si se abandona por un medicamento o sin saber la causa del "porque fumo" se suplantará por otra adicción o compulsión oral.
Es muy común que alguien que fumó diga: cuando dejé el cigarrillo engordé. Es cierto, comer en exceso es una compulsión oral igual a fumar.
Muchas veces he comentado que la adicción o conducta compulsiva es solo el acto reflejo de lo que no puedo verbalizar.
El tema es dejar de fumar entendiendo no solo que me hace mal: eso lo se si compro un paquete de cigarrillos que dice "el fumar es perjudicial para la salud" y lo prendo igual.
Lo importante es saber "porqué fumo". Y la respuesta no es "porque siento placer"... no nos engañemos. Porque sino el coach debe "dispararle": ¿le da placer perjudicar su salud?...
Solo cuando se hace foco y se encuentra la causa, se puede modificar el efecto y tomar decisiones acertadas.
Una compulsión se suplanta por otra cuando solo miro el objeto y no veo el problema.
Tenemos un servicio especial que es COACHING PARA DEJAR DE FUMAR. Se sustenta en el Coaching Creativo y se acompaña con visualizaciones y gemoterapia.