LUDOPATÍA

En este artículo del diario La nación: Advierten sobre los riesgos de la compulsión al juego. Escrito por Constanza Longarte de la Redacción de lanacion.com
La ludopatía es considerada una enfermedad y, aunque no hay cifras de su incidencia en la Argentina, los especialistas expresaron su preocupación por la proliferación de la oferta; cuáles son sus consecuencias y dónde recurrir.

Juan Carlos dice que tiene dos fechas de nacimiento. Una es la que figura en el DNI y la otra, el día en que dejó de apostar compulsivamente.
La fecha no se le pierde en la memoria. Un 4 de noviembre de 2000 comenzó a integrar uno de los grupos de Jugadores Anónimos y a partir de ese día, nunca más sacó un billete para volver a jugar.
Juan Carlos no quiere ocultar su nombre, como sucede generalmente en estos casos, y cuenta, orgulloso, como atravesó un camino que lo llevó del infierno a la redención.
Un trayecto que recorren cada vez más argentinos, hombres y mujeres que integran alguno de los 70 grupos de JA que hay en el país. Hace algunos años eran sólo 30.
La ludopatía es una enfermedad silenciosa que va tomando a la persona sin que ella se de cuenta. Cuando llega al punto de la adicción ya no hay marcha atrás.
"Está entendida como un trastorno en la contención de los impulsos. Tiene las mismas características que cualquier adicción, con la diferencia de que en vez de ser una sustancia externa que consume la persona y que lo cambia, a través del juego la persona empieza a sentir cambios tan importantes, que son cambios neurobioquímicos, que tiene la característica de una autodroga", resumíó la psicóloga Liliana Bava, autora del libro Cuando jugar enferma.
Juan Carlos empezó a jugar esporádicamente a la quiniela a los 21 años, pero con el tiempo esta conducta ocasional se transformó en compulsión y el juego pasó su mente las 24 horas del día.
La adicción le costó el matrimonio y el distanciamiento con su único hijo, pero gracias al apoyo del grupo, volvió a recuperar su vida y hoy se siente pleno.
Historias como estas abundan en el mundo y todas tienen una génesis particular, pero comparten características comunes y una de las principales es la falta de respeto por sí mismo.
"Cuando uno gasta, obtiene un bien a cambio. Cuando uno juega, lo que obtiene es malestar, culpa, baja autoestima. Lo primero que pierden es el respeto de la familia, el trabajo y lo que es peor, el respeto por sí mismos", explicó Isabel Sánchez Sosa, instructora en Salud y coordinadora de la Asociación de Jugadores Compulsivos.
Otra de las constantes de esta patología es la mentira. Los jugadores recurren a las excusas más increíbles para justificar la falta de dinero o las escapadas al bingo o al casino. Algunos hasta se juegan los ahorros de la familia y otros llegan a robar.
"No atender el teléfono, hacerse el enfermo para no enfrentar los problemas en el trabajo, poner excusas por la falta de dinero. Uno va tapando agujeros constantemente hasta que no puede más. Cada vez que perdía prometía no volver nunca más y después me la pasaba pensando a quién iba a manguear para volver a jugar", relató Juan Carlos a este medio.
Por eso, el papel de la familia es muy importante y debe partir desde el convencimiento de que se trata de una enfermedad como cualquier otra adicción. Ante estas señales, lo principal es buscar ayuda con especialista o en grupos como Jugadores Anónimos o Jugadores Compulsivos.
El mayor beneficio de estos espacios, con reuniones al menos tres veces por semana, es la identificación con otros que pasan por lo mismo, y, por lo tanto, la contención.
"A medida que pasaban las reuniones, me di cuenta que estaba rodeado de gente que tenía la misma problemática que yo, en mayor o menor medida. De alguna manera, eso mi hizo un clic. Pensaba si él puede, yo también", cuenta Juan Carlos.
Igualmente, Sánchez Sosa señaló que, como en toda adicción, la voluntad del enfermo por salir de su situación es un factor fundamental.
"Nadie se recupera por el deseo de los demás y no se puede hacer por el otro lo que no está dispuesto a hacer por sí mismo. La familia siempre va a querer ayudar y de hecho está bueno que se comprometa con algunas cuestiones, pero también tienen que poner límites, como no permitir que el adicto maneje dinero", explicó.
Aunque no existen estadísticas en el país, se calcula que con la expansión del juego, la enfermedad se triplica. Por estos días el negocio del juego despertó una fuerte polémica. Después del rechazo expresado por la Iglesia y de la mala recepción social que tuvo la difusión del convenio entre Lotería Nacional y el Instituto del Juego porteño, que beneficiaba al empresario Cristóbal López, el jefe de gobierno porteño decidió no concretar el acuerdo.
Lo que más preocupa a ludópatas recuperados y especialistas es la proliferación de casinos, bingos y otras salas de juego. "Hace años eran las carreras de caballos y el casino. En la actualidad, con la enorme cantidad de oferta que hay, la gente juega lo que le resulta atractivo, mas cómodo o que le gusta mas", expresó la especialista.
Otra inquietud es la alta incidencia del universo femenino. "Antes, los adictos eran generalmente hombres que apostaban en el hipódromo o la quiniela. Con la proliferación de los bingos y salas de juego, aumentó mucho la incidencia de los jóvenes y mujeres. Ahora representan el 50% del total. Un dato más que alarmante", señaló Bava.
Una adicción como cualquiera. Durante muchos años, la ludopatía fue considerada como un exceso. Ya en 1866, el escritor ruso Fiodor Dostoievski retrató los sentimientos de un ludópata en su célebre obra El jugador.
Recién en 1992, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó entre los trastornos de los hábitos y el control de los impulsos y la calificó de enfermedad, aunque ya había estudios psiquiátricos sobre el tema. El más antiguo es el del médico Emil Kraepelin, a fines del siglo XIX.
En Argentina, los primeros grupos de tratamiento de esta patología se formaron hace 24 años aproximadamente.
Señales. La personalidad del ludópata es similar a la de otras personas con dificultad para contener los impulsos.
Básicamente, son personas sumamente ansiosas, que tienen una baja tolerancia a la frustración, altos niveles de autoexigencia y quieren resolver todo ya. En general son muy inteligentes, con un coeficiente intelectual muy alto, convencidos de que pueden todo hasta que no pueden más.
La familia debe estar atenta a los faltantes el dinero, al constante malestar o mal humor, a las excusas ridículas y a las mentiras.
Dónde acudir
Servicio de Adicciones del Hospital de Agudos Teodoro Alvarez: 4611-6666.
Instituto de Juegos de Apuestas: 0-800-666-6006.
Asociación de Jugadores Compulsivos: 4702-0026.
Jugadores Anónimos: 4328-0019 o 15-4412-6745
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Droga y juego, una mezcla letal
Por Joaquín Morales Solá

Para LA NACION


Néstor Kirchner salió de excursiones para enfurecer a la política y eclipsar a su esposa. Sin embargo, debajo de esas apariencias nada novedosas se mueven otras luchas, potencialmente más peligrosas para el país y para los argentinos. El propio ex presidente está militando detrás de la expansión del juego y entre los funcionarios hay opiniones y actitudes muy distintas con respecto al imparable flagelo de la droga. Juego y droga son una mezcla letal para un país que está metiendo los pies en el desierto de la economía. Hace un año, poco antes del cambio de gobierno, Néstor Kirchner, entonces presidente, se reunió por primera vez en mucho tiempo, y por última también, con el ex jefe de gobierno de la capital, Aníbal Ibarra, entonces legislador electo, para pedirle que apoyara explícitamente un acuerdo nacional con Jorge Telerman para extender por 16 años la explotación del juego porteño, en manos de Cristóbal López. Ese hecho fue relatado hace poco en una reunión de dirigentes políticos de la Capital. Ibarra estuvo en esa reunión. La conclusión que sacaron fue que la ruptura de Kirchner con Ibarra no se debió a la crisis del campo, sino a la respuesta que éste le dio al entonces presidente: no .
Telerman había sido urgido a elaborar ese convenio entre la Nación y la Capital para darles seguridad jurídica a los dueños del juego. A diferencia de las provincias, la Capital no tiene potestad sobre el juego. El gobierno nacional maneja el juego en el distrito federal. Pero todos los gobiernos capitalinos vienen reclamando el control (y los impuestos) del juego, como reclaman por la policía y por la administración del puerto. Kirchner no les dio nunca nada.
No obstante, los empresarios del juego (o el empresario, en este caso) necesitan ese convenio para no quedar sometidos a eventuales cambios en el actual sistema de competencias. Hace un año, Telerman le reclamó a Kirchner no sólo el silencio de Ibarra, sino también su apoyo para avanzar en ese convenio. Cuando Ibarra se negó ante Kirchner, Telerman desistió del convenio.
Aquella conversación entre Kirchner e Ibarra es la primera noticia de una gestión personal del ex presidente por su amigo Cristóbal López. Hasta ahora, se sabía de la relación personal de Kirchner y López. El ex intendente de Córdoba, Luis Juez, contó sobre una gestión del influyente secretario presidencial Carlos Zannini en nombre de López. Kirchner era hasta ahí una razonable deducción.
Existió también otra conversación de Kirchner por el juego. Fue con Felipe Solá, cuando éste era gobernador bonaerense, a quien le dijo, en un tono confusamente paternal, que no se metiera con el juego porque éste es peligroso. Te vas a encontrar con acusaciones falsas o con amenazas a tu familia , le deslizó. Solá siguió con su proyecto: puso en Internet todo el negocio del juego preexistente y no autorizó más bocas de expendio. Ahora bien, si el juego es tan peligroso, ¿por qué el entonces presidente hizo gestiones en representación de empresas del juego?
Las gestiones volvieron frente a Mauricio Macri. Macri se desesperó cuando vio que nada le resolvería el gobierno nacional y cuando, al mismo tiempo, la recaudación comenzaba a caer verticalmente. Persiguiendo una mayor recaudación, terminó firmando un convenio con el gobierno nacional por el juego de López. Hay que ser claros: el gobierno capitalino no negoció con Cristóbal López, sino con la administración kirchnerista por la distribución de los impuestos al juego. Lo que hacía ese convenio era, sin duda, legitimar negocios oscuros, como luego lo aceptó el propio Macri.
Kirchner no le cedió a Macri el control del juego en ese convenio. El Hipódromo de Palermo es una isla y los barcos están sobre el agua. Nada es de la Capital. Incluso, la apertura de futuros casinos y máquinas tragamonedas seguía siendo facultad del gobierno nacional. Hay que reconocer que Macri se dio cuenta a tiempo de que chocaría de frente con la clase media porteña y dio un paso atrás. No es un gesto menor en tiempos cuando la política se mide por el grado de terquedad.
Macri, Daniel Scioli y Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba, tienen, además, un problema común: Kirchner controla casi todos los recursos nacionales, y los gobernadores están previendo la ruina. Fue necesaria la dura intervención de la Iglesia para frenar un proyecto de Scioli para extender el juego; Scioli sí tiene potestad sobre el juego en su provincia. Cristóbal López aspira a expandir sus negocios por el amplio territorio bonaerense, donde siempre han reinado dos empresas extranjeras del juego.
El obispo Jorge Casaretto ya se lo había advertido a Scioli en una reunión del gobernador con todos los obispos bonaerenses. El obispo no se quedaría callado ante la proliferación del juego, porque considera que envicia a la sociedad, degrada la vida de los sectores más pobres y corrompe a los jóvenes. Una pregunta inútil se ha hecho en los últimos días: ¿ésa es la posición de Casaretto o es la de la Iglesia? En verdad, si le preguntaran al Papa sobre el juego, respondería lo mismo que Casaretto y que la Iglesia argentina.
Aníbal Fernández, Carlos Stornelli, ministro de Seguridad bonaerense, y José Granero, secretario nacional de la lucha contra el narcotráfico, no piensan igual sobre cómo enfrentar la epidemia de la droga. En primer lugar, disienten sobre la penalización, o no, del consumo de drogas. Fernández cree en la despenalización como una necesidad de modernizar la Justicia. Stornelli y Granero saben que nadie es penalizado ahora por consumir drogas, pero el consumidor le permite al Estado llegar hasta el comerciante y éste a los traficantes o a los fabricantes. La despenalización aislará al Estado del mundo de las drogas , ha dicho uno de ellos.
Stornelli y Granero están seguros de que el futuro estará en manos de las drogas sintéticas, si no se hace algo antes, y que para alcanzar ese futuro se necesitan sólo 15 años. Cualquier país podrá ser Bolivia , afirmó también uno de ellos. Fernández cree, en cambio, que él está haciendo lo necesario para controlar el transporte ilegal de precursores químicos.
La lucha interna es muy dura. Una camioneta de la secretaría de Granero apareció en una tapicería con ocho kilos de cocaína. Nadie manda el auto al tapicero con tanta cocaína en el tapizado. Se trató de una clara operación política para eyectar a Granero del Gobierno. ¿Operación de quién? Nadie lo sabe. El propio Aníbal Fernández despegó a Granero del hecho. Dijo que su secretaría no había escaneado bien una camioneta sustraída a narcotraficantes. Fue elegante: lo trató de inútil, pero no de cómplice.
Fernández fue menos convincente cuando se enfrentó con Stornelli por las duras advertencias de éste sobre el narcotráfico y las drogas en la Argentina. Carteles mexicanos y colombianos se han cruzado aquí en los últimos tiempos a través del crimen. Tres personas fueron asesinadas en General Rodríguez por narcotraficantes mexicanos. Hubo dos muertos en Unicenter y otros dos en la porteña Constitución, todos acribillados por sicarios de carteles colombianos.
En el último decomiso importante de cocaína, 750 kilos en la provincia de Buenos Aires, se cruzaron fuerzas de seguridad nacional y provincial con órdenes de allanamientos de dos jueces distintos. Pero lo más novedoso de ese procedimiento fue que se encontraron con narcotraficantes mexicanos trasegando cocaína. Hasta ahora sólo se sabía que los carteles mexicanos venían por la efedrina. También vienen con cocaína.
El nivel de decomiso es un síntoma importante de la droga que anda suelta y no sólo de la acción de las fuerzas de seguridad. En la provincia de Buenos Aires, se secuestraron este año 2304 kilos de cocaína frente a los 529 del año pasado. Hallaron 73.709 unidades de "paco" contra 13.505 del año pasado y encontraron más de 200.000 unidades de metanfetamina contra 2500 en 2007. El decomiso de marihuana creció un 310 por ciento.
Granero está cercado , dijo un amigo suyo. Fernández y Stornelli se llevan bien, pero no se ponen de acuerdo. El juego y el blanqueo de capitales crearán, mientras tanto, un universo lóbrego y hermético, donde la frontera entre lo legal y lo ilegal ya no existirá. Hace bien Kirchner en entretener a la platea con el petardeo de sus discursos. Construye poderosos adversarios (Cobos y Carrió, por ejemplo), pero también desvía la mirada social de una Argentina profunda y desoladora.

FELICES FIESTAS !!!


Que nuestro duende interior, nos traiga las mejores noticias para el 2009, sin adicciones y con mucha conciencia interior.

El desafío que se viene en las empresas...

La NOTICIA dice que se vivió una noche de descontrol en un boliche de Recoleta, durante una fiesta de fin año. En el lugar había cerca de 200 personas, empleados del hipermercado Carrefour. Cuando promediaba el evento, varios asistentes comenzaron a discutir entre sí, hasta que tres de ellos se tomaron a golpes de puño. Los incidentes terminaron con la detención de cuatro personas y el traslado de un joven al Hospital Fernández, con cortes en el cuero cabelludo, hematomas múltiples más un patrullero destruido y daños considerables en el boliche Pagana y heridas en sus empleados.
Este descontrol es lo que las empresas aún no se han animado a tratar desde los sectores de Recursos Humanos. Este será el desafío de los próximos dos años si no se quiere colapsar.
Recuerdo cuando era gerente en grandes empresas y organizábamos las fiestas de fin de año. La gente solía comportarse de una manera controlada en el 98% de los casos pues a nadie se le ocurría perder un empleo o quedar mal delante de sus jefes y compañeros por una noche de lujuria. Podía haber una excepción pero nunca un descontrol masificado.
Solo estando pasado, exaltado, confundido y sin dominio de uno mismo, una persona con cierto nivel de contención empresaria no pueda dominarse.
Esa gente no está desubicada. Está enferma. Hasta que no se entienda que ese descontrol es solo el reflejo de otros problemas, seguiremos por mal camino.
Sería bueno que alguien se de cuenta, todavía estamos a tiempo, pero no queda tanto tiempo.