Límites y Modelos Inexistentes

Un artículo del diario Clarín del jueves 18 de enero comenta la dificultad por parte de los padres para poner límites a sus hijos y habla de una falta de autoridad.
Esto se convierte sin dudas, en una de los principales escollos con los que nos encontramos aquellos que atendemos a pacientes adictos en edad adolescente y no tan adolescente (digamos los que se conocen como Generación Odisea de 30 años y un poco mas también que aún siguen con el cordón umbilical pegado a los padres o casi…).
Hablan de mamás con culpa que trabajan mucho tiempo fuera de la casa y papás flexibles que ahora cumplen funciones que históricamente eran de las mujeres: bañan a los chicos, los llevan al colegio o a un cumpleaños.
En el artículo dicen: “en muchos hogares hay chicos que tienden a ser una especie de "reyes tiránicos" a quienes les enseñan sus derechos pero, a veces, no les hablan de sus obligaciones”. "Son máquinas de pedir y exigir", es la queja más escuchada entre los padres de chicos de 2 a 10 años.
Nos parece muy interesante lo que expresa el doctor Enrique Silinger, de la Sociedad Argentina de Pediatría: "No es sólo un problema de límites: se cayeron los modelos".
Tal vez, esta es la clave: límites y modelos inexistentes = adicciones y conductas compulsivas como pedidos a gritos de ambos faltantes.
Hablan de autoridad tierna pero a la vez firme.
Hacen historia y cuentan en ese mismo artículo que hasta mediados de siglo, la autoridad paterna imponía una actitud severa, temida, rígida, con castigos físicos y morales avalados. El modelo coincide con las dos guerras mundiales.Que en los años 50, en la posguerra, comienza la flexibilización de costumbres morales. Nacen la rebeldía y el desafío cuestionador. En los años 60, surge el movimiento hippie con su lema "amor y paz" como respuesta a las guerras. Pelo largo, ropas llamativas. Los hijos se van a vivir a comunidades. Coexisten padres "antiguos" y "modernos", unos reprimen y otros renuncian a la autoridad.Hacia fines de los 60 y principios de los 70, se pasa de la protesta pacífica a la violencia con reclamos de libertad y justicia social, con ideales y compromiso. La autoridad sigue perdiendo espacio. En los años 80: Se debilita aún más el poder de la familia. La brecha generacional se acerca: padres e hijos son fundamentalmente amigos. Prima el consumismo. Hay confusión y desborde. Y en los 90 la crisis de valores se hace profunda con la destrucción de la familia y el ingreso de todas las “necesidades” consumistas que tapan “otras” carencias. Las parejas ya no forman familias sino que generan proyectos económicos que no siempre terminan como empiezan. No hay verdaderos proyectos de vida y eso no permite bajar línea sobre los hijos, por lo cual los adolescentes no tienen proyectos. La adicción siempre empieza cuando antes no hubo afecto, se perdieron valores y no hay proyecto de vida.
Básicamente, se han perdido:
*El amor al esfuerzo o el reto
*El amor al trabajo
*El desarrollo de la atención como mirada sobre el otro
*Educar la voluntad
*La competencia como satisfacción íntima
Sería interesante pensar y reflexionar mucho para recuperarlos: ese sería un gran proyecto individual y colectivo.

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