Que les pasa a nuestros adolescentes con el alcohol

Que raro embrujo opera el alcohol en nuestros adolescentes!!!
Que cosa inexplicable para aquellos que nunca nos sentimos atraidos por el alcohol esto de ver con que facilidad creen que beber tiene alguna magia que pareciera indispensable en sus vidas.
Siempre recuerdo a una madre dandole al hijo una botella de sidra por debajo de una reja en la fiesta de egresados de mi hijo. Pensé "esa madre le está diciendo "emborrachate"... esa madre le está diciendo "tomá que está bien""tomá que yo me divierto así"..." ¡que madre! Despues no nos quejemos de los hijos.
En un artículo del diario leí un artículo de GUILLERMINA DE DOMINI, que les transcribo porque me parece que habla de los límites, los excesos y lo que nos preocupa hoy en día, a lo que se le suman las consecuencias de esto en las peores vacaciones que recuerdde la costa atlántica argentina.
"Los padres que tienen hijos adolescentes le temen a casi todo: a la noche, las drogas, el alcohol, los accidentes de autos, los secuestros, los robos, las agresiones físicas y hasta la discriminación. Pero también reconocen que lo que más les cuesta es ponerles límites a estos hijos que de repente los enfrentan, los pelean y los desafían a diario. Del otro lado, sólo una pequeña minoría de chicos admite sentirse inseguro cuando sale, el resto dice que "no pasa nada" y que son los padres los que los llenan de miedos. Sí dicen ser conscientes de los riesgos de consumir drogas, sobretodo el paco.De la encuesta realizada por la consultora D'Alessio Irol en familias de clase media de Capital Federal se desprende que sólo el 4% de los padres de chicos de 13 a 18 años prohíben las salidas nocturnas. Igual, el 57% aclaró que el permiso "depende del tipo de salida". Aún así, 9 de cada 10 admitió que tienen miedo y que se quedan inseguros cuando sus hijos salen.El factor que más influye en la decisión de autorizar una salida es saber con quién salen los chicos. También importa el lugar (si es una casa, un bar, un boliche). Los datos más tranquilizadores son saber dónde están los chicos y a qué hora vuelven; o controlarlos por celular. Y están los que directamente optan por llevarlos y traerlos. Los chicos tienen sus propias rutinas para salir tranquilos: no volver solos nunca, moverse en taxi o remís, o ir a dormir a la casa de los amigos.Sin dudas, el consumo de drogas es la principal preocupación de hoy. El 38% de los padres lo pone como "el" tema. En cuanto a los chicos, si bien les preocupa el paco y aseguran ser conscientes de los peligros de ciertas drogas, el 44% dice que probar marihuana no tiene nada de malo ni de riesgoso. El alcohol es otra de las grandes preocupaciones. El 35% de los padres sabe que su hijo toma alcohol. La mitad dice que no y el resto duda. De todas maneras, si se les pregunta a los chicos, la respuesta es absolutamente diferente: el 60 % dice que toma (el 86% admite que alguna vez tomó de más).Con respecto al sexo, el 67% de los padres aseguran que hablan del tema con sus hijos, pero sólo el 47% de los chicos dice que charlan. Evidentemente lo que se habla parece ser insuficiente para los chicos. Un detalle que resalta la investigación es que las madres son más permisivas (tienen el sí más fácil), realistas (tienen una percepción más afilada de en qué andan sus hijos, sobre todo los que toman) y más desinhibidas para hablar sobre sexo con sus hijos.Otra cuestión de peso, y motivo de preocupación para los padres, es la falta de límites que tienen los chicos, es decir, los límites que ellos no pueden, no quieren o no se animan a poner. Según la socióloga Nora D'Alessio, se perdió la autoridad de los padres porque resulta más fácil decir que sí."Decirle que sí a un adolescente es más fácil, porque ahorra tiempo en discusiones y justificaciones desgastantes. Sin embargo, no es lo mejor a largo plazo: a veces hay que aprender a decir que no. Hoy, los padres se están encontrando con los resultados de no animarse a poner los límites cuando son necesarios, y eso les preocupa".Para la psicoanalista y supervisora del Centro Dos Marcela Barilari, "el adolescente avanza en todo sentido buscando el límite. Si los padres les temen y no los frenan, serán eternamente adolescentes. Los chicos deben 'renunciar a goces' y aceptar 'la ley' de los padres. Los padres piensan que los chicos van a dejar de quererlos si les ponen límites, y es todo lo contrario. Los chicos los van a querer más por el respeto que les merecen. Esto no quiere decir que todo sea anulado: hay que prohibir los goces peligrosos y habilitar los goces posibles. Por ejemplo: dejarlos ir a bailar, pero no con el auto".Barilari también habla de los padres negadores de peligros que dejan a sus hijos hacer cualquier cosa. Otro error, porque los vuelven omnipotentes. El adolescente que no tuvo límites los va a buscar inconscientemente a través de los riesgos".La psicóloga Irene Loyácono, directora del Centro de Terapias con Enfoque Familiar (CeTEF), opina que "hay padres de adolescentes de hoy que tuvieron padres distantes y fueron adolescentes descuidados, pero también están los que hoy psicologizan todo y creen que todo puede llegar a ser un trauma. No es así". Loyácono habla de los padres que siguen siendo adolescentes: "Se identifican con sus hijos y son grandes consentidores que no pueden plantarse en la función paterna. Pero deben entender que ser una guía firme es un acto de amor. El chico tiene que aprender a tolerar la frustración de no poder, no tener. También hay padres que dan todo por puro narcisismo, no por necesidades de sus hijos".A no negar, ni echar culpas ni hacerse el desentendido. O como bien dice Barilari: "La contingencia existe, pero los adolescentes en realidad circulan por el mapa que los padres les han ido armando desde que nacieron. Ahí están sus valores y sus certezas".
Chicos grandes, padres chicos
Diana Baccaro
La imagen que devuelve la encuesta que se publica hoy aquí muestra hijos que se "agrandan" a su propio riesgo y padres que se "achican" ante la imposibilidad de marcarles límites. Pero para hacerlo hay que estar, insistir, muchas veces discutir, y hasta poner el cuerpo para ir a buscarlos al boliche. Todo cuesta trabajo, tanto como mantener la autoridad que -según la Real Academia Española- es el "crédito y fe que, por su mérito o fama, se da a una persona". Este prestigio no se compra, se gana con amor y respeto, y crece cuando uno es coherente entre lo que hace y ordena. También, cuando se entiende que los límites no se ponen, se construyen, y marcan un territorio que ordena, contiene y procura evitar excesos.
"Te meten miedo, pero nosotros salimos igual"
Buenos Aires o Pinamar, día o noche, no importa. Mercedes Herrero (16) cuenta que cada vez que sale, sus padres le preguntan: ¿con quién vas? ¿cómo volvés? ¿a dónde vas? "En ese orden", remarca. Sus 22 amigos coinciden. "Sabés de memoria lo que tenés que decir. A los papás les importa con qué amigo estás y quién te lleva o adónde dormís", agrega Juan Bautista Albani (15). Revolcados sobre la arena, entre un partido de truco y gritos, cuentan que no les da miedo salir, que "nunca pasa nada". Que se asustan sólo por lo que dicen sus padres. Lucas (17) lo ejemplifica: "Te presionan con que te puede pasar de todo, te dan miedo pero salís igual. Cuando voy a bailar, mi papá dice que me pueden agarrar a trompadas o robar". A Mercedes no la dejan volver en remís. "Cuando llego, están despiertos esperándome o me van a buscar. Nunca se quedan tranquilos", dice. "Yo salgo desde los 11", dice Emilia Yaryura (13) y explica que sus padres organizan pools con los de sus amigas. Es que "con las chicas es distinto". Lua Padilla (15), dice: "Las mujeres somos más vulnerables a que nos pase algo. Mi papá me tiene cortita". Los límites los ponen los padres. "A mi mamá no le importa nada, me dice que sí a todo", cuenta Benjamín Bence Pieres (17). José Pratgay (15) dice: "Mi papá es un cana, mi mamá me deja salir". A las mamás les preocupa más si comen. De alcohol y sexo hablan "casi nada". Y menos de drogas. "Mi papá me dijo que tomara con él para aprender", dice José. "A mí ni eso -enfatiza Diego Bouquet (15)-. Se fijan si tengo olor a alcohol. Así me controlan". Para José Martiré (17) es distinto: "A mi me dicen que no me zarpe y cada vez que me muevo tengo que mandarle un SMS a mi viejo". Lua dice que sólo su mamá sabe que toma alcohol todos los días, más en vacaciones. "Con ella tengo más confianza. Mi papá no sabe nada. Ninguno se sentó a darme una charla de sexo y nunca fui a la ginecóloga". Felipe Yaryura (16) tampoco habla de "eso": "Mi papá me dio una vez un preservativo. Fue todo. Lo único que hacen es controlarte al día siguiente. Quieren saber si mentí. Y sí, en todo. Mi mamá piensa que no tomo y que no fumo"."

LUDOPATÍA

En este artículo del diario La nación: Advierten sobre los riesgos de la compulsión al juego. Escrito por Constanza Longarte de la Redacción de lanacion.com
La ludopatía es considerada una enfermedad y, aunque no hay cifras de su incidencia en la Argentina, los especialistas expresaron su preocupación por la proliferación de la oferta; cuáles son sus consecuencias y dónde recurrir.

Juan Carlos dice que tiene dos fechas de nacimiento. Una es la que figura en el DNI y la otra, el día en que dejó de apostar compulsivamente.
La fecha no se le pierde en la memoria. Un 4 de noviembre de 2000 comenzó a integrar uno de los grupos de Jugadores Anónimos y a partir de ese día, nunca más sacó un billete para volver a jugar.
Juan Carlos no quiere ocultar su nombre, como sucede generalmente en estos casos, y cuenta, orgulloso, como atravesó un camino que lo llevó del infierno a la redención.
Un trayecto que recorren cada vez más argentinos, hombres y mujeres que integran alguno de los 70 grupos de JA que hay en el país. Hace algunos años eran sólo 30.
La ludopatía es una enfermedad silenciosa que va tomando a la persona sin que ella se de cuenta. Cuando llega al punto de la adicción ya no hay marcha atrás.
"Está entendida como un trastorno en la contención de los impulsos. Tiene las mismas características que cualquier adicción, con la diferencia de que en vez de ser una sustancia externa que consume la persona y que lo cambia, a través del juego la persona empieza a sentir cambios tan importantes, que son cambios neurobioquímicos, que tiene la característica de una autodroga", resumíó la psicóloga Liliana Bava, autora del libro Cuando jugar enferma.
Juan Carlos empezó a jugar esporádicamente a la quiniela a los 21 años, pero con el tiempo esta conducta ocasional se transformó en compulsión y el juego pasó su mente las 24 horas del día.
La adicción le costó el matrimonio y el distanciamiento con su único hijo, pero gracias al apoyo del grupo, volvió a recuperar su vida y hoy se siente pleno.
Historias como estas abundan en el mundo y todas tienen una génesis particular, pero comparten características comunes y una de las principales es la falta de respeto por sí mismo.
"Cuando uno gasta, obtiene un bien a cambio. Cuando uno juega, lo que obtiene es malestar, culpa, baja autoestima. Lo primero que pierden es el respeto de la familia, el trabajo y lo que es peor, el respeto por sí mismos", explicó Isabel Sánchez Sosa, instructora en Salud y coordinadora de la Asociación de Jugadores Compulsivos.
Otra de las constantes de esta patología es la mentira. Los jugadores recurren a las excusas más increíbles para justificar la falta de dinero o las escapadas al bingo o al casino. Algunos hasta se juegan los ahorros de la familia y otros llegan a robar.
"No atender el teléfono, hacerse el enfermo para no enfrentar los problemas en el trabajo, poner excusas por la falta de dinero. Uno va tapando agujeros constantemente hasta que no puede más. Cada vez que perdía prometía no volver nunca más y después me la pasaba pensando a quién iba a manguear para volver a jugar", relató Juan Carlos a este medio.
Por eso, el papel de la familia es muy importante y debe partir desde el convencimiento de que se trata de una enfermedad como cualquier otra adicción. Ante estas señales, lo principal es buscar ayuda con especialista o en grupos como Jugadores Anónimos o Jugadores Compulsivos.
El mayor beneficio de estos espacios, con reuniones al menos tres veces por semana, es la identificación con otros que pasan por lo mismo, y, por lo tanto, la contención.
"A medida que pasaban las reuniones, me di cuenta que estaba rodeado de gente que tenía la misma problemática que yo, en mayor o menor medida. De alguna manera, eso mi hizo un clic. Pensaba si él puede, yo también", cuenta Juan Carlos.
Igualmente, Sánchez Sosa señaló que, como en toda adicción, la voluntad del enfermo por salir de su situación es un factor fundamental.
"Nadie se recupera por el deseo de los demás y no se puede hacer por el otro lo que no está dispuesto a hacer por sí mismo. La familia siempre va a querer ayudar y de hecho está bueno que se comprometa con algunas cuestiones, pero también tienen que poner límites, como no permitir que el adicto maneje dinero", explicó.
Aunque no existen estadísticas en el país, se calcula que con la expansión del juego, la enfermedad se triplica. Por estos días el negocio del juego despertó una fuerte polémica. Después del rechazo expresado por la Iglesia y de la mala recepción social que tuvo la difusión del convenio entre Lotería Nacional y el Instituto del Juego porteño, que beneficiaba al empresario Cristóbal López, el jefe de gobierno porteño decidió no concretar el acuerdo.
Lo que más preocupa a ludópatas recuperados y especialistas es la proliferación de casinos, bingos y otras salas de juego. "Hace años eran las carreras de caballos y el casino. En la actualidad, con la enorme cantidad de oferta que hay, la gente juega lo que le resulta atractivo, mas cómodo o que le gusta mas", expresó la especialista.
Otra inquietud es la alta incidencia del universo femenino. "Antes, los adictos eran generalmente hombres que apostaban en el hipódromo o la quiniela. Con la proliferación de los bingos y salas de juego, aumentó mucho la incidencia de los jóvenes y mujeres. Ahora representan el 50% del total. Un dato más que alarmante", señaló Bava.
Una adicción como cualquiera. Durante muchos años, la ludopatía fue considerada como un exceso. Ya en 1866, el escritor ruso Fiodor Dostoievski retrató los sentimientos de un ludópata en su célebre obra El jugador.
Recién en 1992, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó entre los trastornos de los hábitos y el control de los impulsos y la calificó de enfermedad, aunque ya había estudios psiquiátricos sobre el tema. El más antiguo es el del médico Emil Kraepelin, a fines del siglo XIX.
En Argentina, los primeros grupos de tratamiento de esta patología se formaron hace 24 años aproximadamente.
Señales. La personalidad del ludópata es similar a la de otras personas con dificultad para contener los impulsos.
Básicamente, son personas sumamente ansiosas, que tienen una baja tolerancia a la frustración, altos niveles de autoexigencia y quieren resolver todo ya. En general son muy inteligentes, con un coeficiente intelectual muy alto, convencidos de que pueden todo hasta que no pueden más.
La familia debe estar atenta a los faltantes el dinero, al constante malestar o mal humor, a las excusas ridículas y a las mentiras.
Dónde acudir
Servicio de Adicciones del Hospital de Agudos Teodoro Alvarez: 4611-6666.
Instituto de Juegos de Apuestas: 0-800-666-6006.
Asociación de Jugadores Compulsivos: 4702-0026.
Jugadores Anónimos: 4328-0019 o 15-4412-6745
.

Compartimos este artículo con ustedes.


Droga y juego, una mezcla letal
Por Joaquín Morales Solá

Para LA NACION


Néstor Kirchner salió de excursiones para enfurecer a la política y eclipsar a su esposa. Sin embargo, debajo de esas apariencias nada novedosas se mueven otras luchas, potencialmente más peligrosas para el país y para los argentinos. El propio ex presidente está militando detrás de la expansión del juego y entre los funcionarios hay opiniones y actitudes muy distintas con respecto al imparable flagelo de la droga. Juego y droga son una mezcla letal para un país que está metiendo los pies en el desierto de la economía. Hace un año, poco antes del cambio de gobierno, Néstor Kirchner, entonces presidente, se reunió por primera vez en mucho tiempo, y por última también, con el ex jefe de gobierno de la capital, Aníbal Ibarra, entonces legislador electo, para pedirle que apoyara explícitamente un acuerdo nacional con Jorge Telerman para extender por 16 años la explotación del juego porteño, en manos de Cristóbal López. Ese hecho fue relatado hace poco en una reunión de dirigentes políticos de la Capital. Ibarra estuvo en esa reunión. La conclusión que sacaron fue que la ruptura de Kirchner con Ibarra no se debió a la crisis del campo, sino a la respuesta que éste le dio al entonces presidente: no .
Telerman había sido urgido a elaborar ese convenio entre la Nación y la Capital para darles seguridad jurídica a los dueños del juego. A diferencia de las provincias, la Capital no tiene potestad sobre el juego. El gobierno nacional maneja el juego en el distrito federal. Pero todos los gobiernos capitalinos vienen reclamando el control (y los impuestos) del juego, como reclaman por la policía y por la administración del puerto. Kirchner no les dio nunca nada.
No obstante, los empresarios del juego (o el empresario, en este caso) necesitan ese convenio para no quedar sometidos a eventuales cambios en el actual sistema de competencias. Hace un año, Telerman le reclamó a Kirchner no sólo el silencio de Ibarra, sino también su apoyo para avanzar en ese convenio. Cuando Ibarra se negó ante Kirchner, Telerman desistió del convenio.
Aquella conversación entre Kirchner e Ibarra es la primera noticia de una gestión personal del ex presidente por su amigo Cristóbal López. Hasta ahora, se sabía de la relación personal de Kirchner y López. El ex intendente de Córdoba, Luis Juez, contó sobre una gestión del influyente secretario presidencial Carlos Zannini en nombre de López. Kirchner era hasta ahí una razonable deducción.
Existió también otra conversación de Kirchner por el juego. Fue con Felipe Solá, cuando éste era gobernador bonaerense, a quien le dijo, en un tono confusamente paternal, que no se metiera con el juego porque éste es peligroso. Te vas a encontrar con acusaciones falsas o con amenazas a tu familia , le deslizó. Solá siguió con su proyecto: puso en Internet todo el negocio del juego preexistente y no autorizó más bocas de expendio. Ahora bien, si el juego es tan peligroso, ¿por qué el entonces presidente hizo gestiones en representación de empresas del juego?
Las gestiones volvieron frente a Mauricio Macri. Macri se desesperó cuando vio que nada le resolvería el gobierno nacional y cuando, al mismo tiempo, la recaudación comenzaba a caer verticalmente. Persiguiendo una mayor recaudación, terminó firmando un convenio con el gobierno nacional por el juego de López. Hay que ser claros: el gobierno capitalino no negoció con Cristóbal López, sino con la administración kirchnerista por la distribución de los impuestos al juego. Lo que hacía ese convenio era, sin duda, legitimar negocios oscuros, como luego lo aceptó el propio Macri.
Kirchner no le cedió a Macri el control del juego en ese convenio. El Hipódromo de Palermo es una isla y los barcos están sobre el agua. Nada es de la Capital. Incluso, la apertura de futuros casinos y máquinas tragamonedas seguía siendo facultad del gobierno nacional. Hay que reconocer que Macri se dio cuenta a tiempo de que chocaría de frente con la clase media porteña y dio un paso atrás. No es un gesto menor en tiempos cuando la política se mide por el grado de terquedad.
Macri, Daniel Scioli y Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba, tienen, además, un problema común: Kirchner controla casi todos los recursos nacionales, y los gobernadores están previendo la ruina. Fue necesaria la dura intervención de la Iglesia para frenar un proyecto de Scioli para extender el juego; Scioli sí tiene potestad sobre el juego en su provincia. Cristóbal López aspira a expandir sus negocios por el amplio territorio bonaerense, donde siempre han reinado dos empresas extranjeras del juego.
El obispo Jorge Casaretto ya se lo había advertido a Scioli en una reunión del gobernador con todos los obispos bonaerenses. El obispo no se quedaría callado ante la proliferación del juego, porque considera que envicia a la sociedad, degrada la vida de los sectores más pobres y corrompe a los jóvenes. Una pregunta inútil se ha hecho en los últimos días: ¿ésa es la posición de Casaretto o es la de la Iglesia? En verdad, si le preguntaran al Papa sobre el juego, respondería lo mismo que Casaretto y que la Iglesia argentina.
Aníbal Fernández, Carlos Stornelli, ministro de Seguridad bonaerense, y José Granero, secretario nacional de la lucha contra el narcotráfico, no piensan igual sobre cómo enfrentar la epidemia de la droga. En primer lugar, disienten sobre la penalización, o no, del consumo de drogas. Fernández cree en la despenalización como una necesidad de modernizar la Justicia. Stornelli y Granero saben que nadie es penalizado ahora por consumir drogas, pero el consumidor le permite al Estado llegar hasta el comerciante y éste a los traficantes o a los fabricantes. La despenalización aislará al Estado del mundo de las drogas , ha dicho uno de ellos.
Stornelli y Granero están seguros de que el futuro estará en manos de las drogas sintéticas, si no se hace algo antes, y que para alcanzar ese futuro se necesitan sólo 15 años. Cualquier país podrá ser Bolivia , afirmó también uno de ellos. Fernández cree, en cambio, que él está haciendo lo necesario para controlar el transporte ilegal de precursores químicos.
La lucha interna es muy dura. Una camioneta de la secretaría de Granero apareció en una tapicería con ocho kilos de cocaína. Nadie manda el auto al tapicero con tanta cocaína en el tapizado. Se trató de una clara operación política para eyectar a Granero del Gobierno. ¿Operación de quién? Nadie lo sabe. El propio Aníbal Fernández despegó a Granero del hecho. Dijo que su secretaría no había escaneado bien una camioneta sustraída a narcotraficantes. Fue elegante: lo trató de inútil, pero no de cómplice.
Fernández fue menos convincente cuando se enfrentó con Stornelli por las duras advertencias de éste sobre el narcotráfico y las drogas en la Argentina. Carteles mexicanos y colombianos se han cruzado aquí en los últimos tiempos a través del crimen. Tres personas fueron asesinadas en General Rodríguez por narcotraficantes mexicanos. Hubo dos muertos en Unicenter y otros dos en la porteña Constitución, todos acribillados por sicarios de carteles colombianos.
En el último decomiso importante de cocaína, 750 kilos en la provincia de Buenos Aires, se cruzaron fuerzas de seguridad nacional y provincial con órdenes de allanamientos de dos jueces distintos. Pero lo más novedoso de ese procedimiento fue que se encontraron con narcotraficantes mexicanos trasegando cocaína. Hasta ahora sólo se sabía que los carteles mexicanos venían por la efedrina. También vienen con cocaína.
El nivel de decomiso es un síntoma importante de la droga que anda suelta y no sólo de la acción de las fuerzas de seguridad. En la provincia de Buenos Aires, se secuestraron este año 2304 kilos de cocaína frente a los 529 del año pasado. Hallaron 73.709 unidades de "paco" contra 13.505 del año pasado y encontraron más de 200.000 unidades de metanfetamina contra 2500 en 2007. El decomiso de marihuana creció un 310 por ciento.
Granero está cercado , dijo un amigo suyo. Fernández y Stornelli se llevan bien, pero no se ponen de acuerdo. El juego y el blanqueo de capitales crearán, mientras tanto, un universo lóbrego y hermético, donde la frontera entre lo legal y lo ilegal ya no existirá. Hace bien Kirchner en entretener a la platea con el petardeo de sus discursos. Construye poderosos adversarios (Cobos y Carrió, por ejemplo), pero también desvía la mirada social de una Argentina profunda y desoladora.

FELICES FIESTAS !!!


Que nuestro duende interior, nos traiga las mejores noticias para el 2009, sin adicciones y con mucha conciencia interior.

El desafío que se viene en las empresas...

La NOTICIA dice que se vivió una noche de descontrol en un boliche de Recoleta, durante una fiesta de fin año. En el lugar había cerca de 200 personas, empleados del hipermercado Carrefour. Cuando promediaba el evento, varios asistentes comenzaron a discutir entre sí, hasta que tres de ellos se tomaron a golpes de puño. Los incidentes terminaron con la detención de cuatro personas y el traslado de un joven al Hospital Fernández, con cortes en el cuero cabelludo, hematomas múltiples más un patrullero destruido y daños considerables en el boliche Pagana y heridas en sus empleados.
Este descontrol es lo que las empresas aún no se han animado a tratar desde los sectores de Recursos Humanos. Este será el desafío de los próximos dos años si no se quiere colapsar.
Recuerdo cuando era gerente en grandes empresas y organizábamos las fiestas de fin de año. La gente solía comportarse de una manera controlada en el 98% de los casos pues a nadie se le ocurría perder un empleo o quedar mal delante de sus jefes y compañeros por una noche de lujuria. Podía haber una excepción pero nunca un descontrol masificado.
Solo estando pasado, exaltado, confundido y sin dominio de uno mismo, una persona con cierto nivel de contención empresaria no pueda dominarse.
Esa gente no está desubicada. Está enferma. Hasta que no se entienda que ese descontrol es solo el reflejo de otros problemas, seguiremos por mal camino.
Sería bueno que alguien se de cuenta, todavía estamos a tiempo, pero no queda tanto tiempo.