Buscan replicar en el Interior el modelo de recuperación de adictos de los "curas villeros"
Por Verónica Toller - CLARIN

"Más del 80 por ciento de los adictos tratados en nuestras granjas y centros están recuperados", contó el padre Pepe. Ahora, quieren llevar el modelo de los "curas contra el paco" a cinco provincias.
Corresponsal, Entre Ríos. - 21/06/13 - 11:31
La lucha por la recuperación de los adictos a las drogas es ardua y tiene en general un porcentaje de éxito más bajo que el esperado. Sin embargo, el programa de centros barriales y granjas inventado por los llamados “curas villeros” o “curas contra el paco” viene dando resultados muy por sobre la media. Tanto, que en cinco provincias argentinas se están dando los primeros pasos para replicarlo. El padre José María Di Paola, o padre Pepe, tras pasar dos años en una diócesis de Santiago del Estero, ha regresado a Buenos Aires y trabaja nuevamente en una villa. Convocado por el obispo Jorge Lozano, titular de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado, tanto él como otros curas villeros viajaron ya a Mendoza, Salta, Santiago del Estero y Gualeguaychú, y se aprestan a ir a Formosa, para analizar las posibilidades de abrir en esos lugares centros barriales con los mismos lineamientos que ya han funcionado en la Villa 21 donde se desempeñó durante 15 años.

“Más del 80 por ciento de los adictos tratados en nuestra granja y en el centro barrial están recuperados”, dice Di Paola a Clarín. La cifra es muy ilustrativa, si se tienen en cuenta las estadísticas oficiales. Contrasta con el 70 por ciento de reincidentes que señaló en 2011 la Evaluación de Programas de Tratamientos realizada por el Observatorio Argentino de Drogas de la SEDRONAR. Para 2011 también, el dato oficial fue un 10 % de adictos a sustancias en la población argentina, o sea, más de 3 millones (en 1999 la estimación era de 600 mil), y el primer lugar para nuestro país en el consumo de cocaína y marihuana en la región.

“A diciembre de 2010, en nuestra granja Madre Teresa, de 35 chicos internados, 28 habían terminado con bien el proceso, o sea, el 80%. Y hoy, 22 están bien –dice Di Paola-. En tanto, de los 121 internados en instituciones de la SEDRONAR, Cenareso y otras, menos del 10 % habían concluido el tratamiento, y un total de 20 chicos sobre 121 están bien… El sistema funciona, especialmente, cuando esos chicos vuelven al centro barrial y siguen recibiendo contención”.

¿Cuál es ese sistema aplicado? El involucramiento de toda la comunidad, dice Di Paola. “Intentamos durante un tiempo con los tratamientos de la SEDRONAR, pero implicaban consultas alejadas del barrio, una cada tanto; teníamos que salir a buscar a los chicos, hacer que se bañaran y vistieran para concurrir, convencerlos de ir… Terminamos entendiendo que debíamos contar con un lugar cercano a ellos, en su propio hábitat”. Ante la falta de fondos, apelaron a la ayuda comunitaria. Y lograron atención interdisciplinaria gratuita, con médicos, psicólogos, docentes; deportes en los clubes, talleres de música, literarios, de oficios; voluntarios para distintas tareas. Crearon la “red de acompañantes pares”, traducida en ex adictos que no dejan solos a quienes están en camino de recuperación, sostienen con su presencia, por ejemplo, a las embarazadas adictas que deben concurrir a consulta, a los jóvenes que deben asistir al psiquiatra, etc.

“Contamos con un grupo de personas que sistemáticamente está presente en las vidas de los pacientes”, explica Di Paola. El equipo interdisciplinario evalúa qué pacientes podrán salir adelante con el centro barrial, que funciona de día, y cuáles necesitarán internación. “La SEDRONAR vio nuestro funcionamiento, confió en la seriedad del sistema y reconoció nuestras evaluaciones como oficiales. Eso hizo que muchos chicos pudieran ser atendidos con gran celeridad”, agrega. También cuentan con el apoyo de Desarrollo Social tanto del gobierno de CABA como de la Nación, “en una sinergia que nos ayuda a llegar al objetivo”, puntualiza.

 “Paco” es más una denominación simbólica que un nombre específico: “hay villas donde la droga preponderante es otra. Para nosotros, el paco significa la droga en el bolsillo de los más pobres, que se convierte en algo explosivo porque no tiene de dónde agarrarse”, afirma. Cree que el Estado debería hacer más por el tema adicciones, pero que es la sociedad la que debe preguntarse también “yo qué hago”. El club, la parroquia, biblioteca, radio, escuela, “todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. El problema es muy grande y se debe abordar desde todos los ángulos”. Hay que trabajar en prevención, incluso aunque el problema ya esté instalado, para que nuevos jóvenes no caigan. No dejar al adicto depositado en instituciones sino acompañarlo. Ver a las recaídas como parte del proceso de recuperación.

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